Un reciente estudio ha revelado una preocupante tendencia en Estados Unidos: más de un tercio de los dueños de perros creen que las vacunas podrían causar autismo en sus mascotas. Esta creencia, sin base científica, refleja la expansión del movimiento antivacunas más allá de los humanos, ahora afectando la salud de los animales y, potencialmente, de las comunidades globales.
La desinformación en los dueños de perros

Estados Unidos es hogar de aproximadamente 90 millones de perros, siendo las mascotas más populares del país. Con una tasa de posesión de perros del 45% en los hogares, las políticas de vacunación, como la inmunización obligatoria contra la rabia, han sido esenciales para controlar enfermedades zoonóticas que pueden transmitirse entre animales y humanos. Sin embargo, la desinformación, exacerbada durante la pandemia de COVID-19, ha hecho que muchos dueños desconfíen incluso de estas prácticas fundamentales.
De los 2,200 dueños encuestados, el 30% consideraba las vacunas innecesarias, mientras que el 20% las percibía como ineficaces. Sorprendentemente, el 37% pensaba que las vacunas podían causar “autismo canino”, una noción infundada tanto en humanos como en animales. Estas creencias, aunque parecen aisladas, tienen implicaciones graves no solo para los perros, sino también para la salud pública.
La rabia es una de las principales preocupaciones cuando se habla de vacunación animal. Este virus, que afecta el sistema nervioso central, provoca síntomas como agresividad, parálisis y convulsiones, culminando casi siempre en la muerte. Al ser una enfermedad zoonótica, también representa un peligro significativo para los humanos. Se estima que la rabia transmitida por perros causa 59,000 muertes humanas al año, principalmente en regiones donde la vacunación animal es insuficiente.
Si las tasas de vacunación canina disminuyen, no solo los perros corren riesgo, sino también los veterinarios y las comunidades humanas que interactúan con ellos. Como explicó Gabriella Motta, coautora del estudio, un perro no vacunado que muerde a un veterinario o a cualquier otra persona plantea un problema grave, no solo por el trauma inmediato, sino por el riesgo de enfermedades prevenibles.
Un problema de escala global

Aunque este fenómeno se originó en Estados Unidos, su impacto tiene un alcance global. En muchos países, especialmente en regiones con menor acceso a información y recursos veterinarios, las creencias erróneas sobre las vacunas pueden ser devastadoras.
En Asia y África, donde las tasas de vacunación contra la rabia aún son bajas, el riesgo de epidemias zoonóticas es constante. Las campañas de salud pública que promueven la vacunación animal han mostrado resultados alentadores, pero el resurgimiento de movimientos antivacunas podría socavar décadas de progreso.
Incluso en Europa y América Latina, donde existen leyes estrictas sobre la vacunación animal, las redes sociales juegan un papel importante en la propagación de la desinformación. El crecimiento de estas creencias erróneas podría significar un retroceso en la erradicación de enfermedades prevenibles.
Educarse e informarse

Para combatir esta tendencia, es crucial una educación eficaz que explique los beneficios de las vacunas y desmonte mitos como el del “autismo canino”. Instituciones veterinarias, organizaciones de salud y gobiernos deben trabajar juntos para garantizar que tanto dueños de mascotas como el público en general entiendan la importancia de la vacunación.
Además, las plataformas digitales deben reforzar sus políticas contra la desinformación médica para cubrir temas relacionados con la salud animal. Si bien esto no eliminará por completo las creencias erróneas, puede reducir su impacto y alcance.
La reticencia a vacunar a los perros no es solo un problema estadounidense; es un desafío global con implicaciones graves para la salud pública y animal. Si bien el estudio refleja un fenómeno preocupante, también representa una oportunidad para reforzar la educación sobre la vacunación y frenar la propagación de la desinformación antes de que cause daños irreparables.
Las vacunas no solo protegen a nuestras mascotas, sino que también son una barrera esencial contra enfermedades que amenazan la salud de las comunidades humanas. Como sociedad global, debemos abordar este problema con urgencia y responsabilidad.
Referencia:
- ScienceDirect/Sick as a dog? The prevalence, politicization, and health policy consequences of canine vaccine hesitancy (CVH). Link.