La Masacre de Manila: 100,000 civiles murieron por el “honor” de una nación

La Masacre de Manila: 100,000 civiles murieron por el “honor” de una nación

Considerada como uno de los mayores crímenes de guerra cometidos por el Ejército Imperial de Japón, la masacre de Manila dejó una huella imborrable en la historia. Este cruento suceso ocurrió a finales de la Segunda Guerra Mundial, en la capital filipina, y es conocida como “La batalla de Manila”, de 1945.

Es considerado como el tercer conflicto más sangriento de la contienda entre estadounidenses y japoneses. Lo peor, es que la masacre sucedió por “honor y vergüenza”, ya que, al saber que la derrota era inminente, los soldados japoneses asesinaron sistemáticamente a 100,000 civiles de nacionalidad filipina, española e hispanofilipina.

Prólogo de la masacre de Manila

La Masacre de Manila: 100,000 civiles murieron por el “honor” de una nación

Pearl Harbor había detonado la Guerra del Pacífico y, a su vez, la Segunda Guerra Mundial. Para el 24 de diciembre, las tropas japonesas se encontraban en Filipinas, consiguiendo el dominio de Bataán, en la región de Luzón.

La defensa estadounidense se estableció en el sitio de Corregidor, fortaleza que negaba el control de la bahía de Manila a los invasores. Para marzo de 1942, los japoneses habían ampliado su control en las islas Filipinas, por lo que el general MacArthur se atrincheró en la Bahía de Corregidor, donde aguantó meses antes de verse obligarse a huir.

Llegó a Australia, donde pronunció la célebre frase “I shall return” y declaró la capital como “ciudad abierta”. Esto quería decir que, si Japón lograba su cometido, Manila se rendiría sin combate.

El objetivo de Japón con Filipinas era regresarlo al carril asiático, ya que según sus palabras, se había “sometido” a Occidente. Así, además de ganar la guerra, obtendría nuevos súbditos para el Emperador.

Los nativos no podían hacer nada más que esperar y ver que sucedía. Entra esa población, había hispanos, mestizos y filipinos hispanizados. Cabe destacar que España estaba en los tiempos de Franco y el Emperador Hirohito era su aliado, así que había esperanza de recuperar la influencia hispana bajo el dominio japonés en Filipinas, así como Japón también vio “aliados” en los españoles que se encontraban en las islas. Pero nada de esto ocurrió.

Las japoneses jamás tomaron control del lugar, apareció la resistencia y guerrillas antijaponesas liderados, en su mayoría, por españoles. De hecho, estos españoles fueron los que ayudaron al desembarco de MacArthur, quien cumplió su promesa en 1944.

De una u otra forma, esto fue lo que propició la masacre de Manila.

El inminente final

La Masacre de Manila: 100,000 civiles murieron por el “honor” de una nación

Casi un año más tarde, después del primer enfrentamiento en la parte norte de la ciudad para liberar los rehenes de la Universidad de Santo Tomás, las unidades japonesas, bajo el mando del contraalmirante Sanji Iwabushi, fortificaron la zona sur para atrincherarse ante la llegada de tropas estadounidenses.

El conflicto estaba perdido y, como represalia, los soldados y marineros japoneses atacaron a diestro y siniestro a refugiados filipinos mientras huían de la batalla. Finalmente, la herida Manila fue bombardeada por cerca de 16,000 bombas y la masacre de Manila comenzó.

Las tropas estadounidenses alcanzaron a los japoneses y los sacaron de sus trincheras. El general Yamashita ordenó a Iwabishi que evacuara y destruyera todos los puentes de comunicación, sin embargo, hizo caso omiso y permaneció en la ciudad. Iba a librar una última batalla por su honor.

Sin embargo, no había nada que hacer y, mientras más se acercaba la derrota, más se ensañaban con la ciudad y sus habitantes. Un mes duró la masacre, ahogados en la deshonra de la derrota, se ensañaron con los residentes sin importar nacionalidad.

En una entrevista concedida al diario ABC, la autora del libro La última Filipinas, Carmen Güell, registró el testimonio de una de las supervivientes de origen español:

«Cuando perdieron [los japoneses] todo se complicó y el trato a la población se volvió violento. […] No podían tolerar que el resto del mundo se enterase de su humillaciónasí que se negaron a abandonar el país por las buenas y se produjo una matanza indiscriminada”.

La liberación llegaría el 3 de marzo de 1945, un mes exacto desde que comenzó el ataque. Durante esos 30 días de lucha, la capital filipina quedó devastada, se perdió gran parte de su tesoro histórico, sin contar que gran parte de sus habitantes fallecieron. La masacre de Manila sigue siendo uno de los capítulos más oscuros de la humanidad.

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