Desde la Revolución Industrial, el mundo comenzó a calentarse, lo cual era un cálculo estimado por los especialistas. Sin embargo, nadie creyó que lo haría más de lo que habían estimado, y es que la Tierra ya supera los 1,5°C (2,7°F) de las condiciones preindustriales. Esto significa que ha superado los límites acordados en el Acuerdo de París de 2015.

¿El mundo superó la cifra de calor estimada?

El aumento de las temperaturas globales se expresa en comparación con las condiciones preindustriales, pero determinar cuáles eran dichas condiciones es complicado. Aún después de la invención del termómetro, durante siglos las mediciones directas de la temperatura del aire se limitaron a ciudades en pequeñas partes del mundo. No se empezó a registrar sistemáticamente hasta mediados del siglo XIX, y aun así sólo en rutas marítimas muy transitadas.

Se ha empleado una gran variedad de datos indirectos para crear una estimación de las temperaturas del mundo antes de que creciera la industrialización, pero una nueva muestra tomada de esponjas marinas del Caribe oriental sugiere que las condiciones eran más frías de lo que se pensaba anteriormente. Si los nuevos datos son correctos, la línea de base con la que nos comparamos se fijó muy alta, lo que hace el aumento sea medio grado mayor que las estimaciones existentes.

Cómo es normal, hay escepticismo en torno a la idea de que los resultados de un solo lugar sean más precisos que la recopilación de años de estudios en todo el mundo, aunque estos sean más irregulares. Así lo dejó saber el profesor Malte Meinshausen, de la Universidad de Melbourne, que no participó en el estudio, pero declaró que un único registro paleo es una valiosa adición a la gran evidencia del calentamiento global, pero es solo eso.

Sin embargo, en una conferencia de prensa, dos de los autores del nuevo artículo explicaron por qué su muestra debería considerarse como el nuevo estándar. La mayoría de los datos aproximados de temperatura se recopilan en tierra en forma de anillos de árboles o estalactitas y, por ello, están sujetos a variaciones locales extremas, por lo que se requieren muchos puntos de datos para suavizar las cosas. Incluso los corales, principal indicador de la temperatura marina, tienen fluctuaciones.

Esponjas marinas para calcular la temperatura

El equipo usó esclerospojas, recolectadas entre 33 y 91 metros por debajo de la superficie, parte de lo que se llama capa mixta oceánica. Estas esponjas crecen muy lentamente por lo que algunos ejemplares datan de hace 300 años. Como sucede con los corales, las temperaturas del agua en la que vivan las esponjas dejan un registro de la cantidad de estroncio incorporado a sus esqueletos de carbonato cálcico.

En conferencia de prensa, el autor principal del estudio, el profesor Malcolm McCulloch, de la Universidad de Australia Occidental, declaró:

“La fuente dominante de variabilidad en las temperaturas del mar del Caribe es el forzamiento atmosférico. Hay muy poca influencia de otras fuentes variables como [las corrientes oceánicas]. También estamos analizando la capa mixta, que tiene mucha menos variabilidad”.

La comparación de los cambios de temperatura que experimentan las esponjas desde 1960 con las condiciones globales, que según los autores se registran con precisión durante dicho período, muestra una coincidencia muy cercana. Esto los llevó a concluir que su muestra también es un buen indicador de las condiciones climáticas del mundo en épocas pasadas, cuando otras eran menos confiables.

Establecer temperaturas preindustriales es complicado ya que entre 1790 y 1840 ocurrieron muchas erupciones volcánicas que provocaron un enfriamiento temporal sustancial. Los datos aproximados de ese periodo se consideran una mala guía de las condiciones preindustriales generales. Las esponjas del estudio revelan ese enfriamiento, pero también proporcionan una guía de las temperaturas entre 1700 y 1790, y de 1840 a 1860, que, según los autores, deberían considerarse la línea base del periodo preindustrial. A partir del siglo XIX, los efectos de la actividad humana son claros, con aceleramientos del calentamiento global muy marcados desde 1960.

“Por lo tanto, la oportunidad de limitar el calentamiento global a no más de 1,5°C sólo mediante la reducción de emisiones ya pasó y, con las tasas de emisión actuales, el umbral de 2°C para [las temperaturas globales de la superficie marina] se alcanzará a fines de la década de 2030”.

Un error de cálculos

Si esto es cierto, las temperaturas del siglo XVII eran medio grado más frías de lo que se creía, por ello, las temperaturas modernas ya no son más de 1,5°C más calientes, incluso si se suavizan años los extremos, como 2023.

McCulloch reconoció que el objetivo 1,5°C es algo arbitrario para el punto en el que se producirá un calentamiento peligroso. Se basa en observaciones de los efectos del calentamiento vivido, y si eso se ha calculado mal, solo se podrían esperar los resultados. Por ello pronostican 1,5°C, 2°C o 3°C en puntos algo más altos. Así que podemos experimentar impactos más graves de lo previsto.

A pesar de la confianza de los autores en sus hallazgos, puede que pocos expertos consideren sus resultados como definitivos. El primer paso es verificar, explorando esponjas marinas en profundidades similares en otras partes del mundo, aunque la especie usada, la Ceratoporella nicholsoni, no habita el Pacífico, así que se debe encontrar una contraparte similar.

Aun debemos esperar a que el estudio sea revisado por pares, pero viendo las altas temperaturas que han golpeado a diferentes países, como Argentina, que registró un calor pocas veces visto, no es difícil imaginarse que ya superamos el límite establecido en el mundo.

El estudio se publica en Nature Climate Change .