Mauro Prosperi es un atleta italiano que un día quiso poner a prueba sus capacidades y límites. Por eso, decidió participar en la Maratón des Sables. Esta se lleva a cabo en el desierto del Sahara, en el país de Marruecos. Es considerada como una de las carreras más peligrosas que existen en el mundo.

Maratón des Sables y sus grandes riesgos

En vista de todos los factores a los que se iban a enfrentar los corredores, antes de iniciar con la carrera se les pedía firmar un documento. Con este se dejaba claro que el corredor estaba consciente de que podía morir en medio de la carrera. En un apartado se les pedía que especificaran el lugar en el que querían ser enterrados.

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Aunque todos los participantes querían recorrer toda la carrera, las espectativas de Mauro Prosperi iban más allá, su objetivo era llegar primero que todos los demás. En BBC lo entrevistaron y reveló que su esposa llegó a pensar que había enloquecido. Antes, este maratón no era como lo es hoy.

Ahora, participan alrededor de unas 1.300 personas, pero en 1994, cuando participó Mauro Prosperi, solo participaban unas 134 personas. La falta de participantes hacía que se pudieran perder con facilidad y duraran mucho tiempo sin ver a otros de sus contrincantes.

Los primeros 3 días de carrera pudo ser de las primeras personas en llegar a los puntos de control. Cuando llegó el cuarto día, no sabía lo que le esperaba. Ese día, luego de atravesar 4 puntos de control se tuvo que detener en unas dunas. La naturaleza le mandó un desafío que lo sacó de la carrera.

Mauro Prosperi se pierde en el desierto

Con un calor abrasador que llegaba a los 45° C, comenzó una tormenta de arena que hizo que Mauro Prosperi perdiera la noción de donde estaba. Pero no solo eso, en ese momento no podía respirar bien y no podía ver nada de forma clara a su alrededor. Además, la arena lo golpeaba tan fuerte que sentía como si se le clavaran agujas.

Cuando la tormenta terminó se sentía muy cansado y no pudo terminar la etapa de la carrera que correspondía a ese día. Esperó a ver si se conseguía con algún otro participante de la carrera, pero nunca pasó nadie. Desesperado por no tener agua, comenzó a beber de su propia orina.

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Sin tener agua ni comida y sabiendo todo el sufrimiento que le esperaba, una noche Mauro Prosperi decidió quitarse la vida cortándose las venas. Sin embargo, despertó al día siguiente, pudo sobrevivir. Ahora había conseguido determinación, pues pensó que no debía desperdiciar la segunda oportunidad de vivir.

Caminó y caminó durante los siguientes días con la esperanza de encontrar personas. Lo único que encontró fueron minas antiautos y antipersonas. Al noveno día se encontró con una niña pastora que se alarmó al verlo. Se enteró de que llegó a Argelia caminando y pudo sobrevivir exitosamente al desierto.

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