
Una nueva investigación ha revelado que las partículas que bloquearían la luz del sol, provenientes de súper erupciones volcánicas, no serían capaces de enfriar la temperatura de la superficie terrestre de una forma tan drástica como para crear una nueva era glacial, una teoría recurrente cuando se habla de posibles extinciones contemporáneas.
Súper erupciones volcánicas no enfriarían drásticamente la Tierra

Hace unos 74,000 años, el volcán Toba de Indonesia explotó con una fuerza 1,000 veces más poderosa que la erupción del Monte Santa Helena de 1980. Lo que la ciencia ha intentado determinar es que sucedió después de eso; hasta qué punto esa explosión extrema influyó en la caída de la temperatura global.
Pero esta pregunta no se limita solo a este suceso, cuando se trata de súper erupciones volcánicas, los expertos han debatido durante décadas cómo el enfriamiento global posterior a la erupción, conocido como invierno volcánico, podría representar una amenaza potencial para la humanidad.
Anteriormente, los estudios coincidían en que se produciría cierto enfriamiento en todo el planeta, pero diferían en cuánto sería. Las estimaciones oscilaban entre los 2 y los 8 grados respectivamente.
Ahora, un nuevo estudio desarrollado por un equipo del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, o GISS por sus siglas en inglés, y la Universidad de Columbia en Nueva York, usó modelos informáticos avanzados para simular súper erupciones volcánicas como el evento Toba. Así, descubrieron que el enfriamiento posterior a la erupción probablemente no superaría los 1,5 grados, incluso con las erupciones más poderosas.
Zachary McGraw, investigador de la NASA GISS y la Universidad de Columbia, explicó que los cambios de temperatura relativamente modestos que encontraron más compatibles con la evidencia, explicarían porque nunca hubo una catástrofe a escala global para los humanos o el ecosistema.
En principio, para ser considerada como una súper erupción, un volcán debe liberar más de 1,000 kilómetros cúbicos de magma. Estas erupciones son muy poderosas y raras, la más reciente ocurrió hace más de 22,000 años, en Nueva Zelanda. La más conocida de las súper erupciones volcánicas fue la que destruyó el cráter Yellowstone, hace unos 2 millones de años.
Las partículas en la atmósfera

McGraw y el equipo se propusieron entender qué impulsaba la discrepancia en las estimaciones de temperatura de los modelos, ya que estas son la herramienta principal para entender los cambios climáticos que sucedieron hace miles de años y de los cuales casi no quedan registros. Así que se decidieron por una variable que puede ser difícil de precisar por el tamaño de las partículas microscópicas de azufre que se elevaron kilómetros de altura en la atmósfera.
De esta forma, el gas de dióxido de azufre de los volcanes sufre reacciones químicas para condensarse en partículas de sulfato líquido, las que pueden influir en la temperatura de la superficie terrestre de dos formas: reflejando la luz solar entrante y creando enfriamiento o atrapando la energía térmica saliente, generando una especie de efecto invernadero.
A lo largo de los años, este fenómeno de enfriamiento también genera interrogantes sobre cómo los humanos podrían frenar el calentamiento global inyectando intencionalmente partículas de aerosol en la estratosfera para promover un efecto de enfriamiento.
Jamás enfriarían al planeta

Los investigadores demostraron en qué medida el diámetro de las partículas de aerosol volcánico influyó en las temperaturas posteriores. Mientras más pequeñas y densas sean las partículas, más será su capacidad para bloquear la luz solar. Pero calcular su tamaño es lo más complicado ya que las súper erupciones volcánicas no han dejado evidencia física confiable. En la atmósfera, las partículas cambian según se condensan. Incluso cuando las partículas vuelven a caer a la Tierra y se conservan en núcleos de hielo, no dejan un registro por la compactación y mezcla con otras partículas.
Al simular las súper erupciones volcánicas en una variedad de escenarios, los expertos descubrieron que estos escenarios son incapaces de alterar drásticamente las temperaturas más allá de las grandes erupciones modernas.
El científico atmosférico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, Luis Milán, que no participó en el estudio, dijo que los enigmas del enfriamiento de las súper erupciones volcánicas invitan a realizar más investigaciones. Dijo que el próximo camino es comparar exhaustivamente los modelos, como otros estudios y sobre los factores que determinan el tamaño de las partículas de aerosoles volcánicos.
Estas incertidumbres hacen que, al menos para Millán, la geoingeniería mediante inyección de aerosoles estratosféricos no es una opción viable.
El estudio, titulado “¿Enfriamiento global severo después de súper erupciones volcánicas? La respuesta depende del tamaño desconocido del aerosol”, se publicó en el Journal of Climate.