Las historias de personas armadas en Estados Unidos son mucho más comunes de lo que nos gustaría, pero lo que hizo George Pickering podría ser algo digno de una película. El hombre tomó por la fuerza la habitación del hospital donde se encontraba su hijo diagnosticado con muerte cerebral y a punto de ser desconectado.
El hombre se negó al diagnóstico y, a punta de un arma de fuego, luchó para que su hijo no fuese desconectado.
La historia de George Pickering

.en enero de este año se cumplió una década desde la historia que tuvo lugar en un hospital de Houston, Texas. A George Pickering Jr. los médicos le diagnosticaron muerte cerebral y no había nada que se pudiera hacer para salvar su vida. Así que los especialistas estaban seguros que mantenerlo entubado no tenía sentido, era un gasto de recursos y tiempo.
Sin embargo, su padre se opuso desde el primer momento con una obstinación que los médicos no entendían y prácticamente despreciaban. El hombre se opuso de todas las formas posibles, gritó, discutió, incluso forcejeó con los expertos. Todo para poder mantener con vida a su hijo.
Todos los especialistas de la salud que estaban presente en ese momento lo tenían claro: era otro padre que no aceptaba la muerte de su hijo había partido y que quizás deberían recomendar un psicólogo al hombre para recuperar la cordura y aceptar el duelo. Sin embargo, es probable que el psicólogo lo necesitarían ellos después de lo que George Pickering hizo.
Claramente, él no estaba dispuesto a aceptar el fallecimiento de su hijo. Así que solo e incluso en contra de su familia, se mantuvo firme y mientras él viviera, haría todo a su alcance para evitarlo. Así que se fue a casa y regresó armado, tomó control de la habitación del hospital y se quedó junto a su hijo.
Lo que se vivió ahí es muy parecido a la película protagonizada por Denzel Washington, John Q. El hombre se mantuvo firme, atrincherado en su habitación y con arma en mano, dispuesto a salvar a su hijo.
Padre e hijo estuvieron solos durante un tiempo, mientras la dirección del hospital, alarmada y atemorizada, llamó a las autoridades. Inmediatamente enviaron a los equipos SWAT para que lo detuvieran y esa fue la orden, reducir a George Pickering, incluso si tenían que emplear la fuerza letal.
Una esperanza para la vida

Pero ¿Por qué este hombre se oponía tanto a que su hijo fuese desconectado a pesar del diagnóstico inminente? Según palabras del propio George Pickering, su hijo había respondido a su llamado y le había estrechado la mano en un par de ocasiones.
Sin embargo, la situación era tensa entre los SWAT y el hombre, la negociación no parecía ir por buen puerto, hasta que las autoridades ofrecieron un trato: usar sus propios médicos para evaluar a George Jr. y certificar que el hombre decía la verdad y que los médicos del hospital se equivocaban. Gracias a la participación de su otro hijo, Pickering aceptó, bajó las armas y las autoridades ingresaron, deteniéndolo de inmediato.
Pero el equipo SWAT cumplió su promesa y, tras revisar los signos vitales del chico, descubrieron que no estaba en estado de muerte cerebral; podía hacer contacto visual y seguía órdenes, de forma débil, pero lo hacía.
Claramente, George Pickering fue acusado de asalto agravado con arma mortal, un precio que, quizás para él como padre, fue absolutamente nada, ya que su hijo fue salvado y puesto fuera de peligro. Además, milagrosamente, su hijo se recuperó por completo y hoy están juntos. Y cómo aseguró el mismo Pickering:
“Se rompió una ley, pero fue rota por todas las razones correctas, fue por amor, por puro amor”.
Hay historias que nos hacen dudar de la profesionalidad de las personas que se supone deberían cuidarnos. Es increíble que por un error médico, una vida estuvo a punto de perderse y su padre tuvo que tomar medidas tan extremas, como poner en juego su propia integridad física y su reputación por salvarlo.