Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror

Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror

En los años 20, se realizó un experimento que fue conocido como Pequeño Albert, donde dos psicólogos realizaron un estudio en un bebé de nueve meses para determinar si el condicionamiento clásico funcionaba en los humanos y, en el proceso, aterrorizaron al niño ante objetos inofensivos. 

El infame experimento Pequeño Albert

Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror
El Pequeño Albert.

John Watson y Rosalie Rayner, son los psicólogos responsables del Little Albert Experiment, o Experimento Pequeño Albert. Su idea era demostrar que el condicionamiento clásico funcionaba tanto en humanos como en animales. Así usaron a un bebé para que mostrara miedo hacia objetos completamente inofensivos. Un concepto que va contra toda la ética moderna.

Este experimento ya se había realizado 20 años antes por Ivana Pavlov, pero usando perros. Pavlov condicionó a los caninos a babear al escuchar el sonido de una campana de cena, incluso cuando no le ofrecía comida. Watson y Rayner querían condicionar de la misma forma a un ser humano para que reaccionara ante el estímulo.

Los psicólogos de la Universidad Johns Hopkins si lograron entrenar al pequeño Albert par que reaccionara negativamente ante objetos inofensivos, como una rata blanca, una máscara de Papá Noel, e incluso las mascotas de su familia. Pero la madre del niño lo sacó del estudio antes de que intentaran revertir el condicionamiento. 

De hecho, los críticos señalaron el Experimento Pequeño Albert, diciendo que tenía varios defectos y que podrían haberlo hecho científicamente más sólido. 

¿Cuál fue el experimento del pequeño Albert?

Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror
El bebé llorando ante un conejo.

Actualmente, incluso aquellos que no son expertos en psicología, conocen el “condicionamiento clásico” gracias al infame experimento hecho por el científico ruso Ivan Pavlov. El psicólogo demostró que era posible enseñar a los animales a reaccionar ante un estímulo neutro, que no producía ningún efecto natural, condicionándolos. 

Según Verwyell Mind, Pavlov hacía sonar el metrónomo cada vez que alimentaba a sus sujetos de prueba. Los perros prontos asociaron el sonido con la comida. 

Pavlov logró que los perros salivaran, esperando comida simplemente con el sonido, incluso cuando no había comida. Así, se asoció dicho estímulo con la comida. 

Watson y Rayner intentaron lo mismo en el Experimento Pequeño Albert. Los expertos presentaron al niño de nueve meses, que llamaron “Albert”, animales peludos, como un conejo y una rata blanca. Albert no tuvo ninguna reacción negativa, e incluso, los acarició.

A continuación, los psicólogos golpearon un tubo de acero con un martillo cada vez que le presentaban los animales a Albert. El ruido repentino y fuerte hacía llorar al bebé. Rápidamente, el Pequeño Albert se vio condicionado a asociar el fuerte ruido con los animales, llorando de miedo, incluso, con solo ver a las criaturas, sin que hicieran sonar el tubo.

El niño estaba aterrado con cualquier cosa peluda que apareciera. Lloró con una máscara de Papá Noel con la barba blanca y se asustó con los perros de su propia familia. 

Los psicólogos intentaron revertir el condicionamiento, pero su madre lo sacó del estudio antes. Por ello, es probable que el pequeño niño haya crecido con un trauma inducido, el cual padeció toda su vida.

La controversia que rodea al experimento del pequeño Albert

Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror
Watson y Rayner, psicólogos que hicieron el experimento.

Hay muchos debates éticos alrededor del experimento, donde se involucran no solo los métodos, sino también la forma en cómo los psicólogos llevaron a cabo el estudio. Por un lado, el experimento tuvo un solo sujeto. 

Como señala Simply Psychology, crear una respuesta de miedo es un ejemplo de daño psicológico que no está permitido en experimentos modernos. Si bien el estudio se hizo antes de que se implementaran las pautas éticas modernas, incluso para la época hubo críticas y mucha controversia. 

Además, se sumó que los científicos no consiguieron “desprogramar” al niño cuando finalizó el experimento. Inicialmente pretendían intentar “descondicionar” al pequeño Albert, o eliminar el miedo irracional de su mente, pero dado que su madre se lo llevó, Watson y Rayner no pudieron hacer nada.

Eso quiere decir que el miedo quedó arraigado profundamente en el cerebro del niño, un miedo que antes no estaba. Por ello, la Asociación Estadounidense de Psicología, como la Sociedad Británica de Psicología, consideraron al experimento poco ético.

¿Qué pasó con el pequeño Albert?

Pequeño Albert: el infame experimento para inducir terror

Después de que surgieron las críticas, Watson intentó explicar su comportamiento, afirmando que el pequeño Albert habría estado expuesto a estímulos aterradores más adelante en su vida.

“Al principio hubo una considerable vacilación por nuestra parte a la hora de intentar provocar reacciones de miedo de forma experimental”, dijo, según GoodTherapy .

Watson continuó: “Finalmente decidimos hacer el intento, reconfortándonos… pensando que tales apegos surgirían de todos modos tan pronto como el niño abandonara el ambiente protegido de la guardería para ir a las agitaciones del hogar”.

Pero el verdadero destino de Albert sigue siendo desconocido y nadie conoce su identidad real. Un estudio, según informó la Asociación Estadounidense de Psicología, postuló que el Pequeño Albert era un el seudónimo de Douglas Merritte, hijo de una enfermera de Johns Hopkins llamada Arvilla Merritte. Según se informó, a Merritte se le pagó solo un dólar por la participación de su hijo

Por desgracia, el joven Douglas murió por complicaciones de hidrocefalia cuando solo tenía seis años. Si realmente era el verdadero Pequeño Albert, su condición médica añade otra capa de cuestionabilidad al experimento. Si nació con hidrocefalia, es posible que haya reaccionado de forma diferente al estímulo a como lo haría un bebé sano.

Otras investigaciones también sugieren que el verdadero Albert era un niño llamado William Albert Barger. Según New Scientist, Barger vivió plenamente y murió en 2007. Pero sus familiares informaron que tenía una aversión a los animales, e incluso debían encerrar a las mascotas de familiares o vecinos cuando él los visitaba.

La única enseñanza que dejó el experimento del Pequeño Albert, es que si bien es importante hacer hallazgos nuevos para entender mejor la condición humana, siempre debemos recordar que los sujetos de prueba no dejan de ser seres humanos que pueden sufrir daños irreparables.

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