Los tampones son unos de los métodos más comunes para las mujeres al momento de lidiar con la menstruación, sin embargo, parece que el uso de ellos podría ser mucho más peligroso de lo que pensamos. Un nuevo estudio encabezado por Jenni A. Shearston, reveló que estos contienen metales tóxicos en su composición.
Primer estudio de su tipo

Un estudio pionero ha descubierto que los tampones contienen metales tóxicos, incluyendo arsénico y plomo. Este hallazgo preocupante podría implicar que potencialmente millones de personas están en riesgo de efectos adversos para la salud.
Según el estudio, entre el 52% y el 86% de las personas en el mundo que menstrúan utilizan tampones, generalmente durante varias horas seguidas. Dado que la piel de la vagina es altamente absorbente, la presencia de metales representa un riesgo real de exposición para un gran número de personas.
Jenni A. Shearston, autora principal del estudio, señaló:
“A pesar de este gran potencial de preocupación para la salud pública, se ha hecho muy poca investigación para medir los químicos en los tampones”.
Análisis de metales en tampones

Para abordar esta falta de investigación, Shearston y su equipo analizaron las concentraciones de 16 metales en 30 tampones de 14 marcas diferentes. Los metales estudiados fueron: arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc.
“Preocupantemente, encontramos concentraciones de todos los metales que probamos, incluyendo metales tóxicos como arsénico y plomo”, agregó Shearston.
Aunque las concentraciones variaron según la región de compra del tampón (EE. UU. vs Unión Europea/Reino Unido), por material orgánico vs inorgánico, y para productos de marca de tienda vs de marca conocida, se encontraron metales en todos los tipos de tampones.
Ninguna categoría mostró consistentemente menores concentraciones de todos o la mayoría de los metales. Por ejemplo, las concentraciones de plomo fueron más altas en los tampones no orgánicos, pero el arsénico fue más alto en los tampones orgánicos.
Asimismo, varios metales tóxicos fueron detectables en todas las muestras de tampones, incluyendo arsénico, cadmio, cromo, plomo y vanadio. Entre estos, el plomo tuvo la concentración más alta con una media geométrica de 120 nanogramos por gramo. En general, la concentración más alta se encontró para el zinc, con una media geométrica de 52,000 nanogramos por gramo.
Riesgos para la salud

Los autores del estudio concluyen que el uso de tampones es una fuente potencial de exposición a peligros. Los metales han demostrado aumentar el riesgo de diferentes afecciones como demencia, cáncer, infertilidad y diabetes, y son conocidos por dañar el hígado, los riñones y el cerebro, así como los sistemas cardiovascular, nervioso y endocrino. Sin embargo, aún no está claro qué impacto, si es que produce alguno, tiene la presencia de estos metales en los tampones sobre la salud de las personas que los utilizan.
“Se necesita investigación futura para replicar nuestros hallazgos y determinar si los metales pueden filtrarse de los tampones y cruzar el epitelio vaginal hacia la circulación sistémica”, explican los autores.
Los investigadores piden regulaciones más estrictas que requieran que los fabricantes de tampones prueben sus productos para detectar metales. “Sería emocionante ver al público pedir esto, o pedir un mejor etiquetado en los tampones y otros productos menstruales”, dijo Shearston.
Por ahora, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), lugar donde se llevó el estudio principal, recomienda usar un tampón únicamente cuando se esté en período y aconseja que se cambien cada cuatro a ocho horas, y nunca se usen por más de ocho horas seguidas.
Nos resulta increíblemente irresponsable que nunca se haya hecho un estudio relacionado con el tema, más aún que se empleen metales en la fabricación de algo tan delicado y primordial en la vida de las mujeres desde muy temprana edad. Solo toca esperar para saber si esto no ha afectado la vida de millones de mujeres en el mundo.
El estudio se ha publicado en la revista Environment International.