Por décadas, el término macho alfa ha sido un referente en la cultura popular, asociado con liderazgo, dominancia y agresividad. Sin embargo, lo que muchos consideran un hecho científico es, en realidad, un malentendido arraigado en estudios desactualizados sobre el comportamiento de los lobos. La figura del lobo alfa, ese imponente líder que controla su manada con fuerza y autoridad, es más un mito que una realidad.
El concepto nació en los años 40, cuando el especialista en comportamiento animal Rudolf Schenkel estudió lobos en cautiverio en el Zoológico de Basilea, Suiza. Observó que dentro de ese espacio reducido y artificial, los lobos formaban una jerarquía, con un macho y una hembra dominantes. Fue aquí donde se acuñó el término “alfa”. No obstante, Schenkel también sugirió que en la naturaleza, las manadas de lobos probablemente funcionaban como unidades familiares, lideradas por una pareja reproductora. Esta observación, crucial para entender la dinámica social de los lobos salvajes, pasó desapercibida durante décadas.
Un término que persiste gracias a la cultura popular

En los años 70, el zoólogo L. David Mech publicó El lobo: ecología y comportamiento de una especie en peligro de extinción, un libro que popularizó la idea de los macho alfa en los lobos. Sin embargo, como Mech admitiría más tarde, sus conclusiones se basaban en estudios de lobos en cautiverio. Las condiciones artificiales en las que los lobos vivían—espacios reducidos y grupos formados por individuos no emparentados—fomentaban comportamientos competitivos que rara vez se observan en la naturaleza.
La ciencia ha avanzado significativamente desde entonces. En 1999, Mech publicó investigaciones que desmentían el concepto del macho alfa, basadas en sus observaciones de manadas de lobos salvajes en la isla Ellesmere, Canadá. En estas manadas naturales, no se evidenciaron luchas por el dominio. En cambio, los lobos que lideraban eran simplemente los padres del resto del grupo, y la dinámica familiar predominaba sobre la jerarquía. Según Mech:
“En las manadas de lobos naturales, el macho y la hembra alfa son simplemente los animales reproductores, los padres de la manada. Durante los 13 veranos que pasé observando la manada de la isla Ellesmere, no vi ni una sola lucha por el dominio”.
La familia como base de la manada

Lejos de la imagen de una feroz lucha por el liderazgo, la mayoría de las manadas de lobos salvajes funcionan como familias nucleares. Una pareja monógama forma la base de la manada, criando a sus cachorros y, ocasionalmente, incluyendo a crías de temporadas pasadas.
Esta estructura familiar explica por qué los padres, por su experiencia y edad, lideran de manera natural. Deciden cuestiones como el lugar para cazar y quién come primero, pero no a través de la intimidación o la violencia, sino por su rol parental.
Esto no significa que las manadas estén exentas de conflicto. Como explica Thomas Gable, líder del proyecto Voyageurs Wolf, las tensiones por recursos como la comida pueden generar competencia entre los miembros. Algunos lobos jóvenes eventualmente abandonan la manada para formar la suya propia, un proceso conocido como dispersión.
¿De dónde viene la confusión?

El término “macho alfa” surgió en un momento en que los investigadores trataban de aplicar jerarquías rígidas, como las observadas en gallinas, a otros animales. En la década de 1920, el zoólogo noruego Thorleif Schjelderup-Ebbe introdujo la idea del orden de picoteo en gallinas, en el que la hembra dominante (a menudo llamada “gallina alfa”) establece su superioridad mediante interacciones agresivas. Esta teoría influyó en la investigación sobre otras especies, incluyendo los lobos, y ayudó a consolidar el concepto de un macho alfa.
Sin embargo, a medida que los estudios sobre lobos salvajes se hicieron más comunes, quedó claro que las dinámicas sociales eran muy diferentes. Los comportamientos observados en cautiverio no reflejan la vida en estado natural. Por ejemplo, en Yellowstone, investigaciones recientes sugieren que factores como la presencia de parásitos pueden influir en la dispersión y el comportamiento de los lobos, añadiendo complejidad a las dinámicas familiares.
A pesar de que la ciencia ha desmentido este concepto, la idea del macho alfa persiste en la cultura popular y en ciertos círculos científicos. Esto no solo perpetúa una visión errónea de los lobos, sino que también refuerza estereotipos dañinos sobre el liderazgo y la masculinidad en los seres humanos. En muchos casos, el macho alfa se ha convertido en un arquetipo aspiracional que glorifica la dominancia y la agresión como características esenciales del éxito.
L. David Mech ha hecho esfuerzos por corregir este malentendido, pero el término se ha arraigado profundamente en nuestra sociedad. “La confusión sobre los lobos macho alfa es un recordatorio de cómo la ciencia malinterpretada puede moldear nuestras percepciones por generaciones”, afirma Mech.
El liderazgo en las manadas de lobos no se basa en la fuerza ni en la dominación, sino en la experiencia y el rol parental. La pareja reproductora guía a su familia, y la cooperación es esencial para la supervivencia. Desmantelar el mito del macho alfa no solo ayuda a comprender mejor a los lobos, sino que también invita a reflexionar sobre cómo entendemos las jerarquías y el liderazgo en nuestras propias vidas.
Referencia:
- Dave Mech/Schenkel’s Classic Wolf Behavior Study. Link.