En la historia de la humanidad han sucedido cosas que, si no tuvieran registros fidedignos, serían difíciles de creer y nos hacen preguntarnos cómo un humano puede ser tan cruel con otro. Y uno de esos casos nefastos datan de 1916, cuando Estados Unidos comenzó a obligar a los mexicanos que cruzaban la frontera sur a tomar baños de queroseno. Esta táctica, que más tarde sería estudiada por los nazis, refleja una historia de rechazo y racismo en la política de inmigración estadounidense.
La implementación de los baños de queroseno

Hasta la década de 1920, el cruce de la frontera sur entre Estados y México no estaba muy restringido ni se consideraba ilegal. Trabajadores domésticos y agrícolas viajaban regularmente sin ningún problema. Sin embargo, la Revolución Mexicana, que comenzó en 1910 y continuó hasta 1917, provocó un aumento dramático de la inmigración hacia Estados Unidos. Esto generó sentimientos de animosidad y rechazo entre algunos estadounidenses blancos que vivían a lo largo de la frontera, intensificados por una creciente cultura de patriotismo y paranoia debido a la Primera Guerra Mundial.
En El Paso, Texas, las tensiones eran particularmente altas. El recién elegido alcalde de la ciudad, Thomas Calloway Lea Jr., avivó los temores racistas de que los mexicanos “trajeran tifus” y otras enfermedades a la ciudad. En 1916, exigió que se estableciera una cuarentena.
Un funcionario del Servicio de Salud Pública local, el Dr. BJ Lloyd, se opuso a los campos de cuarentena, afirmando que el riesgo de propagación de enfermedades era bajo. Sin embargo, Lloyd y otros funcionarios estadounidenses acordaron comenzar a establecer estaciones de desinfección en El Paso donde empezaron a realizarse los baños de queroseno.
Los mexicanos que cruzaran la frontera serían obligados a desnudarse, sus pertenencias serían tratadas con vapor y ellos mismos serían rociados en baños de queroseno, jabón, agua y, en algunos casos, pesticidas tóxicos. Las mujeres también podían ser rociadas con vinagre y queroseno si se sospechaba que tenían piojos. Estas estaciones de desinfección comenzaron a aparecer a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
La protesta de Carmelita Torres

Los rumores sobre el proceso de desinfección y los baños de queroseno se extendieron por todo México. Algunos migrantes temían morir quemados en los baños de queroseno, especialmente después de que al menos 25 personas murieran cuando alguien encendió un fósforo en una estación de desinfección. Las mujeres también temían ser fotografiadas desnudas en los baños.
En 1917, Carmelita Torres, una joven de 17 años, se negó a someterse a un baño. Cuando los funcionarios no le permitieron continuar y no le devolvieron el dinero del viaje en tranvía, comenzó a protestar. Otras mujeres se unieron a Torres y la protesta atrajo a una multitud de varios miles de personas.
Las protestas, conocidas como los Disturbios del Baño, continuaron durante tres días. A pesar de su acto de resistencia, el legado de Torres se ha perdido en gran medida en la historia. Después de las protestas, el gobierno estadounidense implementó una nueva ley que requería que los inmigrantes superaran múltiples barreras antes de ingresar al país.
Los baños de queroseno y las estaciones de desinfección se convirtieron en un pilar del control fronterizo durante la década de 1950 y se ampliaron para utilizar pesticidas, incluido el DDT. En total, se cree que el gobierno bañó a 127,123 mexicanos en el puente entre Juárez y El Paso. El proceso de desinfección fue humillante y discriminatorio y según los informes, algunas mujeres fueron fotografiadas desnudas por oficiales masculinos. Estos baños estaban dirigidos a personas de clase baja y de piel más oscura, considerados por las autoridades como “más peligrosos”. Personas de clases medias, como la madre de Yolanda Chavez Levya, profesora adjunta de historia en la Universidad de Texas en El Paso, a menudo eran exentas de este proceso.
La influencia en los nazis

A lo largo de 1916 y 1917, los baños provocaron varias catástrofes. Decenas de reclusos murieron en un incendio cuando alguien encendió un fósforo en una de las estaciones de desinfección, un suceso conocido como el “holocausto carcelario” de El Paso. Este y otros incidentes contribuyeron a un profundo miedo y frustración entre los mexicanos y los mexicoamericanos que vivían a lo largo de la frontera.
En la década de 1920, el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos comenzó a utilizar pequeñas cantidades de Zyklon B en los baños de queroseno. En 1938, el científico alemán Dr. Gerhard Peters escribió un artículo sobre los baños de El Paso y sugirió que se utilizaran las mismas tácticas en las cámaras de desinfección de la Alemania nazi.
Peters se convirtió en el director general de la empresa que suministraba Zyklon B a los campos de concentración nazis, donde el producto químico comenzó a utilizarse en su versión de baños de queroseno y en las cámaras de gas a partir de 1941.
La historia de resistencia de Carmelita Torres y otros afectados por estas prácticas destaca la importancia de recordar y aprender de estos eventos para evitar repetir los errores del pasado.
Referencias:
- History/The 1917 Bath Riots. Link.