Los cerebros de los teóricos de la conspiración son realmente diferentes, según estudio

En un mundo hiperconectado, los teóricos de la conspiración han encontrado un terreno fértil para expandirse. Desde los terraplanistas hasta los seguidores de QAnon o los escépticos de las vacunas, muchas personas parecen caer en una espiral de desinformación que desconcierta a sus allegados. Pero, ¿qué hace que alguien adopte este tipo de pensamiento? La respuesta podría estar en la psicología y en ciertas características del cerebro humano que predisponen a las personas a ver patrones incluso donde no existen.

La tendencia a ver patrones donde no los hay

Los cerebros de los teóricos de la conspiración son realmente diferentes, según estudio

El cerebro humano está diseñado para reconocer patrones, una habilidad que ha sido esencial para la evolución y la supervivencia de la especie. Detectar regularidades en el entorno ayuda a tomar decisiones rápidas y eficientes, como identificar el peligro al ver ciertos colores o reconocer signos de tormentas antes de que lleguen. Sin embargo, cuando esta habilidad se descontrola, pueden aparecer problemas.

Este fenómeno se conoce como percepción ilusoria: la tendencia a ver conexiones donde no las hay. Un estudio de 2017 publicado en el European Journal of Social Psychology encontró una correlación entre la creencia en teorías conspirativas y la percepción de patrones ilusorios. Los participantes que mostraban inclinaciones a las teorías de la conspiración eran más propensos a identificar patrones inexistentes en lanzamientos aleatorios de monedas o incluso en el arte caótico de Jackson Pollock.

Además, el estudio demostró que creer en una teoría de la conspiración aumenta la posibilidad de creer en otras, aunque no estén relacionadas. Esta tendencia sugiere que la forma en que el cerebro procesa la información y establece conexiones puede estar en la base del pensamiento conspirativo.

El papel de la personalidad en la creencia de teorías de la conspiración

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Otro factor clave es la personalidad. La investigación ha demostrado que ciertos rasgos pueden predisponer a una persona a aceptar teorías de conspiración, siendo el narcisismo uno de los más influyentes.

Un estudio de 2022 identificó tres características narcisistas asociadas a este pensamiento:

  • Extroversión agente, que abarca la asertividad y la confianza en uno mismo.
  • Antagonismo, que implica hostilidad y desconfianza hacia los demás.
  • Neuroticismo, que predispone a la ansiedad y la inestabilidad emocional.

Las personas con estos rasgos tienden a creer que fuerzas externas conspiran contra ellas, lo que encaja con muchas narrativas de conspiración. Además, el deseo de sentirse especiales o únicos también ha sido identificado como un predictor del pensamiento conspirativo. Creer en información “secreta” o “prohibida” da a estas personas la sensación de estar un paso por delante de los demás.

Por otro lado, algunos individuos se sienten atraídos por las conspiraciones simplemente por diversión, mientras que otros encuentran en ellas una forma de lidiar con la incertidumbre o la ansiedad. Investigaciones recientes sugieren que la ira también podría estar vinculada a la creencia en conspiraciones, aunque no está claro si es una causa o una consecuencia.

Lo que sabemos y lo que falta por investigar

Los cerebros de los teóricos de la conspiración son realmente diferentes, según estudio

Un análisis publicado en 2022 recopiló datos sobre la relación entre la personalidad y las creencias conspirativas, con especial atención a las teorías del COVID-19. Además del narcisismo, el estudio identificó otros rasgos de la llamada “Tétrada Oscura” de la personalidad: maquiavelismo, psicopatía y sadismo. También encontró que las personas con menor bienestar psicológico, con niveles más altos de ansiedad y depresión, eran más propensas a caer en la desinformación.

A pesar de estos hallazgos, sigue sin estar claro qué es causa y qué es efecto. ¿Las características cerebrales y de personalidad predisponen a alguien a creer en conspiraciones o es el contexto social el que los empuja hacia ellas?

El pensamiento conspirativo no es solo un problema de desinformación; tiene raíces profundas en la forma en que el cerebro humano procesa la realidad. La percepción ilusoria y ciertos rasgos de personalidad juegan un papel clave en la adopción de estas creencias. A medida que la desinformación sigue expandiéndose, comprender estos factores será crucial para contrarrestar su impacto y evitar que más personas caigan en la madriguera del conejo de las conspiraciones.

Referencia:

  • European Journal of Social Spychology/Connecting the dots: Illusory pattern perception predicts belief in conspiracies and the supernatural. Link.
  • Science Direct/Why do narcissists find conspiracy theories so appealing? Link.
  • Science Direct/Antecedents and consequences of COVID-19 conspiracy beliefs: A systematic review. Link.

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