Como si se tratase de la película Destino Final, el equipo de baloncesto de la Universidad de Evansville, los Evansville Aces, sufrió una tragedia en 1977, donde el avión en el que volaban se precipitó. Fallecieron 14 jugadores, su entrenador y el resto del equipo técnico.
Curiosamente, el único miembro del equipo que no pudo viajar porque se lesionó, murió 27 días en un extraño accidente de auto. Era como, si la muerte lo hubiese perseguido.
La Tragedia de Evansville Aces del 77
Con el comienzo de una nueva temporada universitaria de baloncesto, los Aces enfrentaron la posibilidad de ingresar al torneo de la NCAA con la llegada de Bobby Watson, un joven entrenador que asumía su primer papel principal después de años como asistente.
Su tarea no era sencilla, ya que debía suceder a Arad McCutchan, quien había dirigido al equipo durante 31 años. Su misión principal era dejar una impresión positiva en la División I en su primera temporada en el cargo. Para lograrlo, incorporó a nueve jugadores novatos, destacados prospectos de las escuelas secundarias. Además, contaba con algunos jugadores veteranos de temporadas anteriores que habían liderado en la División II en años anteriores.
La nueva temporada comenzó con el equipo siendo considerado uno de los más débiles de la división, que en ese momento incluía a 74 equipos. Iniciaron su camino con una noticia desafortunada: uno de sus novatos, David Furr, sufrió una grave lesión en el tobillo que lo dejaría fuera por el resto de la temporada.
El 30 de noviembre, jugaron su primer partido en casa en el Roberts Municipal Stadium de Evansville, pero lamentablemente fue una derrota ante Western Kentucky, con un marcador de 82-72. Luego, sufrieron otra derrota fuera de casa ante la Universidad de DePaul, que finalizaría con el mejor récord de la competencia, con un marcador de 94-71.
El 6 de diciembre lograron su único triunfo de la temporada, venciendo a los Pittsburgh Panthers por 90-83 en casa. Sin embargo, el cuarto partido, contra Indiana State, equipo en el que jugaba Larry Bird, terminó en una derrota por 102-76. Con un récord de 1-3, se prepararon para enfrentar a los Middle Tennessee Blue Raiders en Nashville, viajando un día antes del partido.
El día del desastre
El entrenador Watson tomó esta decisión para permitir que el equipo descansara y entrenara en las instalaciones locales. Además, llevó a los 14 jugadores en lugar de los 12 habituales, creyendo que si un jugador merecía estar en el equipo, también merecía viajar con él.
El 13 de diciembre de 1977, al atardecer, el equipo abordó el avión que los llevaría a su quinto juego de la temporada. Antes que el avión despegara, se formó una neblina espesa y comenzó a llover, pero el vuelo ya no se podía cancelar. Sin embargo, 90 minutos después de despegar, el piloto perdió el control y el avión se estrelló, provocando un incendio que resultó en una tragedia inimaginable.
Lamentablemente, no hubo sobrevivientes. Tanto el entrenador Watson como los 14 jugadores, dos entrenadores, el periodista Marv Bates que acompañaba al equipo, miembros del personal de la universidad, dos empleados de la compañía aérea y los tres miembros de la tripulación se encontraban a bordo del avión en ese trágico momento.
Minutos después de la tragedia, varias personas se acercaron al lugar del impacto para ayudar a los bomberos en medio de la lluvia, el barro y las llamas. Sin embargo, la esperanza de encontrar sobrevivientes se desvaneció a medida que se recuperaban los cuerpos de los pasajeros entre los restos del avión.
Según el informe oficial de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), el accidente se debió a que el piloto no siguió los protocolos de despegue, además, los alerones del ala izquierda se bloquearon misteriosamente, también se habló de un exceso de equipaje en la parte trasera del avión. Estas circunstancias combinadas condujeron a la trágica pérdida de 29 vidas.
¿Destino final?
La noticia de la tragedia conmovió a todo el país. Pocos días después, se realizó un funeral para los jugadores y su entrenador en el Roberts Municipal Stadium, el mismo lugar donde habían logrado su primer triunfo en la División I apenas unas semanas antes. También se erigió un monumento en la universidad con los nombres de las víctimas.
Podría parecer una tragedia demasiado cruel para una universidad que estaba comenzando en una nueva división, aún faltaba una desgracia más. David Furr, el novato lesionado que no pudo jugar en esa temporada, también falleció en un accidente unos días después del accidente aéreo.
El 27 de diciembre, apenas dos semanas después, el automóvil en el que viajaba junto a su hermano Byron y Dave Russell se salió de la carretera y cayó en una zanja. Furr seguía trabajando con el equipo como estadígrafo, pero solo en los juegos en casa. Cuando ocurrió la tragedia, regresaba a su hogar después de asistir a un partido de su antiguo equipo de secundaria, Olney.
Es curioso como el único pasajero que desde un principio, no debía estar en la tragedia, tampoco falleció en el accidente de auto, pero la persona que se perdió el viaje por un infortunio, si lo hizo. La historia es cuanto menos, curiosa y ha hecho que algunos, incluso, la relacionen con la película de terror Destino Final, donde la muerte siempre persigue a sus «víctimas».