Gigantopithecus Blacki: El Primate Más Grande De La Historia Y Su Trágico Final

Un antropólogo de origen alemán halló en China fósiles de este primate, cuyo estudio posterior ha proporcionado información sobre las circunstancias que condujeron a su extinción, ocurrida aproximadamente entre 295,000 y 215,000 años atrás.

Réplica de una mandíbula de Gigantopithecus en el Museo de Historia Natural de Cleveland, Ohio.

En el enorme orden de los primates, que abarca más de 500 especies divididas en 79 géneros y 16 familias, encontramos una diversidad sorprendente de tamaños y pesos. Desde los diminutos 30 gramos del Lémur Pigmeo hasta los imponentes más de 150 kilos de los machos de Gorila Oriental de Planicie. No obstante, en el pasado la escala de tamaños de primates fue aún más extensa, siendo testigo de gigantes hoy extintos como Archaeoindris Fontoynontii, y el récord absoluto lo ostenta el simio asiático extinto Gigantopithecus Blacki, con una estatura calculada en torno a tres metros y una masa corporal estimada de hasta 300 kg. Aunque Gigantopithecus Blacki ostenta el título del primate más grande conocido, el registro fósil de esta especie es notablemente escaso. Se conocen solo cuatro mandíbulas relativamente completas y alrededor de 2.000 dientes aislados. A pesar de casi nueve décadas de búsqueda, ningún hueso perteneciente a su esqueleto postcraneal ha sido encontrado. El descubrimiento inicial de Gigantopithecus se produjo de manera peculiar en una botica de Hong Kong, donde se vendían fósiles como “dientes de dragón”. Estos especímenes, utilizados en la medicina tradicional china, llevaron a una búsqueda intensiva de fósiles que resultó en el hallazgo de 22 cuevas con restos conservados de Gigantopithecus en la provincia de Guangxi, en el sur de China.

Recientemente, un estudio publicado en la revista Nature ha arrojado luz sobre la vida y el trágico destino de Gigantopithecus Blacki. Se realizaron 157 estimaciones de edad para 22 cavidades estudiadas, abarcando un periodo de 2.3 millones a 49,000 años atrás. En el caso de Gigantopithecus blacki, su desaparición se sitúa entre hace 295,000 y 215,000 años. Los análisis del polen indican que antes de este intervalo, la vegetación en el hábitat de Gigantopithecus estaba dominada por especies arbóreas de las familias Pinaceae, Fagaceae y Betulaceae, incluyendo abetos, cedros, pinos, castaños, hayas, robles, abedules, alisos y avellanos. Poco antes de la extinción de Gigantopithecus, la vegetación en su hábitat cambió significativamente, siendo reemplazada por especies arbóreas adaptadas a un entorno más abierto. Posteriormente, se observa un claro predominio de helechos y pastizales. Además, se registra un aumento en la presencia de carbones en el sedimento, indicando un incremento en la frecuencia de los incendios forestales. Estos cambios señalan una transformación profunda del ecosistema, caracterizado por una aridificación progresiva y un clima más estacional.

El análisis de los fósiles indica que Gigantopithecus Blacki se vio obligado a cambiar su dieta hacia recursos vegetales más abrasivos y menos suculentos debido a la reducción de las zonas arboladas. Esto se refleja en el aumento en las dimensiones de su dentición. A diferencia de los orangutanes coetáneos, cuya dieta apenas cambió, Gigantopithecus enfrentó condiciones alimenticias menos favorables, lo que posiblemente llevó a una inanición progresiva. El estudio concluye que la extinción de Gigantopithecus Blacki fue el resultado de un aumento en la variabilidad ambiental y en la estacionalidad del clima, forzando a este gigante a consumir una dieta menos variada y nutricionalmente deficiente. Su cuerpo voluminoso y su menor movilidad, en comparación con los orangutanes, sellaron su destino en la historia evolutiva, dejando solo grandes dientes fosilizados como testigos de su existencia, posiblemente alimentando la leyenda del yeti en Asia.

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