El hombre del pulmón de hierro, unido a un ventilador desde 1952

Paul Alexander era un niño de solo 6 años cuando había contraído la polio en 1952, esto lo paralizó y lo convirtió en el hombre del pulmón de hierro.

Sus síntomas fueron: dolor de cabeza, cuello, mucha fiebre y, en cuestión de días, el niño de seis años no podía moverse, hablar ni siquiera tragar.

El hombre del pulmón de hierro, unido a un ventilador desde 1952

Desgraciadamente, después de más de 70 años en los que vivió a su manera y luchó contra todo pronóstico, falleció el pasado lunes 11 de marzo. La noticia se dio a conocer a través del GoFundMe, creado por Christopher Ulmer, quien conoció y entrevistó a Alexander en 2022, entrevista que lo hizo conocido en todo el mundo.

Ulmer también compartió las declaraciones de la hermana de Alexander, quien agradeció a todas las personas que estuvieron pendientes y que ayudaron donando a la campaña que empezó en 2022.

El hombre del pulmón de hierro

El hombre del pulmón de hierro, unido a un ventilador desde 1952
Paul Alexander vivía en un pulmón de hierro desde los 6 años.

Alexander, que tenía 78 años, se encontraba casi completamente paralizado, estaba vivo y bien, gracias al gran ventilador de acero que le permitió respirar durante casi siete décadas. Fue una de las últimas personas en usar un pulmón de hierro, un dispositivo que era común ver en las salas de polio en el pico de la epidemia.

Alexander dijo en una entrevista:

“Nunca me di por vencido y no lo haré”

En lugar de ser aprisionado por el dispositivo médico que lo mantiene con vida, el hombre del pulmón de hierro lo usó como trampolín para prosperar. Se graduó con honores de la escuela secundaria, luego recibió una beca para la Universidad Metodista del Sur después de haber sido rechazado por primera vez por la escuela. Asistió a clases en silla de ruedas durante los breves momentos en que pudo escapar del pulmón de acero.

Alexander se graduó en 1984 con un Doctorado en Jurisprudencia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas en Austin y trabajó como abogado.

En 2020, el hombre del pulmón de hierro escribió un libro sobre su experiencia, Three Minutes for a Dog: My Life in an Iron Lung. Le tomó cinco años hacerlo, escribiendo él mismo cada palabra con un bolígrafo sujeto a un palo que sostenía en su boca.

Alexander dijo:

“Quería lograr las cosas que me dijeron que no podía lograr y alcanzar los sueños que soñé”

La destuctiva poliomielitis

Hombre del pulmón de hierro

La poliomielitis fue un flagelo de mediados del siglo XX que enfermó a decenas de miles de personas y mató a miles cada año. La enfermedad infecciosa causada por el poliovirus ataca el sistema nervioso central y provoca algún tipo de parálisis en alrededor del 0.5 por ciento de los casos.

Franklin Delano Roosevelt, el 32.º presidente de los Estados Unidos, perdió el uso de sus piernas cuando contrajo poliomielitis en 1921. Los funcionarios de salud declararon a los EE. UU., libres de poliomielitis en 1979 luego de una larga campaña para vacunar a los estadounidenses después de que el virólogo  Jonas Salk inventara la vacuna en 1953.

En el apogeo del flagelo, los pulmones de hierro eran una necesidad absoluta para quienes sufrían parálisis del diafragma. El dispositivo médico les permitió respirar creando presión negativa a través de un vacío, lo que obligó a los pulmones a expandirse.

Pero, a diferencia de la mayoría de los pacientes de la polio, Alexander aprendió a respirar por sí mismo, por lo que le permitía salir del pulmón de acero, aunque fuera por un corto período de tiempo. Además, tampoco se esperaba que viviera mucho como el resto de los contagiados.

Sin embargo, el hombre superó toda las expectativas negativas y vivió, y lo hizo por tanto tiempo, que fue testigo de cómo la enfermedad era erradicada, no solo de su país, sino de todo el mundo occidental.

Durante sus últimos años, se creía que Alexander era una de las dos únicas personas que todavía usan un pulmón de hierro. Según el Museo Nacional de Historia Estadounidense del Smithsonian, 1200 personas en los EE. UU. dependían de los respiradores de tanque en 1959. En 2004, sólo 39 personas los usaban.

Alexander admitió que adaptarse a la vida en el pulmón de acero fue extremadamente difícil. Dijo que se sintió rechazado por los demás y tuvo que aprender a respirar como una «rana» usando los músculos de la garganta para empujar el aire hacia los pulmones cuando estaba fuera del ventilador.

Alexander dijo:

“No quería morir, así que seguí luchando”

Alexander continuó su lucha, no solo por sí mismo, sino para que los demás sepan que no están limitados por sus circunstancias. Incluso, fue reconocido por libro de Récords Guinness, como la persona que vivió más tiempo en un pulmón de hierro.

 “Mi historia es un ejemplo de por qué su pasado o incluso su discapacidad no tienen que definir su futuro”

“No importa de dónde sea, cuál sea su pasado o los desafíos que pueda enfrentar. Realmente puedes hacer cualquier cosa. Solo tienes que poner tu mente en ello y trabajar duro”.

Paul Alexander nos dejó un legado. Uno que dice que, sin importar cuál sea la dificultad que encontremos en el camino, siempre hay que seguir luchando, cómo él lo hizo. Nunca se rindió, porque sabía que vivir su vida y lograr sus metas era la recompensa que le esperaba.

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