La capacidad de los humanos para adaptarse a casi cualquier entorno ha sido considerada una de nuestras características distintivas. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que nuestros primeros ancestros humanos podrían haber sido más adaptables de lo que se pensaba anteriormente. El Homo erectus mostró una notable adaptabilidad en condiciones extremas. Hace un millón de años, estos homínidos prosperaron en un paisaje árido y desértico, desafiando lo que se creía posible para las especies de su tiempo antes de la llegada del Homo sapiens.

“Es un cambio significativo en la narrativa de la adaptabilidad, expandiéndola más allá del Homo sapiens para incluir a sus parientes anteriores”, dijo Julio Mercader, arqueólogo de la Universidad de Calgary y autor del estudio, que se publicó el jueves en la revista Communications Earth and Environment
La expansión del Homo erectus más allá de los bosques tropicales
Durante siglos, los científicos han considerado que la adaptación a climas extremos era un rasgo exclusivamente humano. Los humanos modernos, al parecer, son capaces de habitar desde las tundras heladas hasta las cumbres montañosas.
Los fósiles de Homo erectus fueron descubiertos inicialmente en África, un lugar clave en la evolución humana. Se pensaba que estos homínidos vivían en bosques abiertos, con un clima más templado, pero recientes investigaciones han cambiado esta visión.
En el norte de Tanzania, los investigadores examinaron el sitio arqueológico de Engaji Nanyor, donde se encontraron fósiles de Homo erectus. Este lugar, hace un millón de años, era un paisaje árido, con un clima seco y un matorral desértico que no parecía adecuado para la vida humana. Sin embargo, los homínidos no solo sobrevivieron, sino que prosperaron en este ambiente hostil.
Adaptabilidad frente a un paisaje desértico
El Dr. Mecader y sus colegas realizaron esta investigación cerca de los entornos del este de África, territorio que ha producido algunos de los tesoros más ricos de fósiles de homínidos. Determinaron que el clima en la región de Engaji Nanyor había cambiado drásticamente. Lo que alguna vez fue un bosque abierto, se transformó en un paisaje árido y desértico, similar al Mojave. No obstante, el Homo erectus no solo se adaptó, sino que encontró maneras innovadoras de vivir en este entorno hostil.
Una de las estrategias clave fue su habilidad para cazar y recolectar en condiciones desafiantes. Los homínidos comenzaron a buscar agua y alimentos en los escasos arroyos y estanques que aparecían después de las tormentas. También cazaban animales que se acercaban a beber.
Además, mejoraron sus herramientas de piedra, haciéndolas más eficaces y llevándolas consigo mientras se desplazaban. Esta capacidad de adaptación no solo les permitió sobrevivir, sino también prosperar en un paisaje desértico, mucho antes de la llegada de Homo sapiens.

El Dr. Mercader también explicó que la clave para la supervivencia de Homo erectus en este entorno desafiante radicaba en su flexibilidad y capacidad para ajustarse a los cambios de su entorno. Esta adaptabilidad podría haber sido una de las razones por las que el Homo erectus se expandió fuera de África, llegando hasta Asia y Oceanía.
Lecciones del pasado para comprender la evolución humana
Los nuevos hallazgos sobre los Homo erectus nos invitan a reconsiderar nuestras ideas sobre la adaptabilidad humana. Esto cambia la narrativa sobre nuestra evolución, mostrando que la flexibilidad y la capacidad de adaptación fueron fundamentales mucho antes de que Homo sapiens hiciera su aparición.
Además, estos estudios nos ayudan a entender mejor cómo los cambios climáticos y ambientales pueden haber influido en la evolución de nuestras especies. Los modelos climáticos y los estudios de fósiles están empezando a contar la misma historia. La capacidad de adaptación no solo es una cualidad de los humanos modernos, sino también de nuestros ancestros, quienes, al igual que nosotros, tuvieron que enfrentarse a desafíos ambientales para sobrevivir.
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