John Thompson: el hombre al que le “volvieron a poner los brazos”

John Thompson no puede abotonarse la camisa, estrecharle la mano a otra persona o escribir de forma legible. Más de 20 años y 30 cirugías, la historia de un joven granjero de 18 años al que un viejo equipo agrícola le cortó ambos brazos, sigue siendo tan interesante como triste.

Como John Thompson perdió sus brazos

John Thompson: el hombre al que le “volvieron a poner los brazos”
John Thompson returns Feb. 25, 1992, to Hurdsfield, N.D. Colburn Hvidston III / The Forum

“Para mí fue como si fuera ayer”, dijo Karen Thompson, la madre de John. “Es casi como un hierro candente cuando suceden estas tragedias. Simplemente está incrustado en ti”.

El 11 de febrero de 1992, un adolescente que odiaba las multitudes, trabajaba en la granja de su familia en Hurdsfield, Dakota del Norte, Estados Unidos. Estaba solo en casa cuando sus brazos quedaron atrapados en la toma de fuerza de un tractor, que lo dejó inconsciente.

Cuando despertó, sus brazos ya no estaban. Aun así consiguió levantarse y caminó hasta la casa, escribió con un lápiz entre sus dientes y, después, se sentó en la bañera hasta que llegó la ayuda, para no manchar la alfombra nueva de la casa.

Los cirujanos le volvieron a implantarle los brazos y su historia se hizo internacional. Veinte años después, John Thompson todavía es conocido como “el niño de la bañera” por las autoridades. De hecho, el mismo John asegura que, ha contado la historia tantas veces, frente a tantas personas, que ya siente que le pertenece a otra persona.

Para él, ya no es “la gran cosa” y le “avergüenza” cuando la gente le pide que vuelva a contar el relato, el cual seguro ya conocen.

“Digo ‘me arrancaron los brazos’ y lo dejo así. Es simplemente algo que sucedió”.

Sin embargo, este accidente cambió todos los aspectos de su vida: la forma de comer, vestirse, conducir e incluso, fumar un cigarrillo.

John Thompson ha vivido en Minot los últimos 4 años, trabajando como agente inmobiliario, aunque hoy está desempleado y vive de su discapacidad. La mayoría de empleadores no le darían la oportunidad, debido a sus limitaciones.

La vida después del accidente

John Thompson: el hombre al que le “volvieron a poner los brazos”

Después de que le volvieron a unir los brazos e intentar recuperar algo de normalidad, Thompson volvió a la Universidad de Mary. No se  graduó y, después de dos años, comenzó a viajar a tiempo completo, contando su historia, hablando de la seguridad agrícola y motivando a otros a seguir adelante. Dejó de hacerlo en 1995, después de que comenzara a acusar un desgaste emocional y físico.

En 2002 publicó su libro “Home in One Piece”, que habla de su vida. Quería dejar atrás el accidente, pero eso solo alteró más su vida. Thompson salió de nuevo al camino, haciendo promoción de su libro, el cual fue un éxito comercial.

También incurrió en la política, algo que siempre disfrutó y se postuló a la Cámara estatal por el Distrito 40 en 2004. John Thompson dijo que abandonó, pero que todavía estaba en la boleta ese año.

Ahora, está considerando dejar Dakota del Norte y los inviernos fríos para mudarse a un lugar más cálido. No puede usar guantes, por lo que usa calcetines para tener sus manos calientes. El frío también empeora la artritis en sus brazos, causándole dolor.

Su fuerza física se deteriora cada día más, e incluso ya se le hace complicado recoger los calcetines del fondo de la secadora.

“Mis brazos no están rectos. Prácticamente tengo que subirme ahí para sacar la ropa”.

Durante su corta carrera como agente inmobiliario, tenía problemas para usar las llaves y abrir las puertas de las casas que mostraba. A menudo, debía entregarle las llaves al cliente.

“(Mis manos) siempre están en un puño, acurrucadas, por lo que es difícil agarrar o transportar cosas”.

Cada cosa es más complicada para él, pero aun así se esfuerza por hacerlas. No puede abotonarse la camisa, pero puede deslizarse una ya abotonada por la cabeza. No puede escribir legiblemente, pero ahora escribe mejor que antes del accidente. Tampoco puede darte la mano, pero le gustan los golpes de puño.

Mientras otros le han dicho que debería haber hecho más con su vida, para él no es así. Tiene grandes amigos que se preocupan por él y que vendrán a cambiar una bombilla fundida si lo necesita. Además, tiene a su familia.

Para ver la imagen de como le colocaban los brazos, te la dejamos aquí.

A John le gustaría volver a la política a nivel local, o dar conferencias. Contar su historia todavía le provee de un propósito y le hace sentir que está marcando una diferencia. Esto es lo que más quiere, ayudara los demás.

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