Jonas Salk: el hombre que venció la polio

Jonas Salk: el hombre que venció la polio

Algunas pinturas antiguas y relieves del antiguo Egipto, se evidenciaron a niños caminando con bastones, o adultos con la pierna demacrada. Los expertos las identificaron como las primeras representaciones históricas de casos de polio. Por eso cobra tanta importancia hecho por Jonas Salk, el hombre que creo la vacuna para combatir esta enfermedad infecciosa.

El reconocimiento histórico a Jonas Salk

Jonas Salk: el hombre que venció la polio

Hasta finales del siglo XIX, la polio no tenĆ­a un nombre definitivo, y su causa permanecĆ­a desconocida. Como se mencionó en un inicio, los primeros casos históricos registrados de polio se identificaron en relieves egipcios, sugiriendo que esta enfermedad infecciosa ha afectado a la humanidad durante milenios. Antes de recibir su denominación actual, la polio se conocĆ­a como la “parĆ”lisis infantil”. El mĆ©dico britĆ”nico Michael Underwood la describió por primera vez en 1789 como una “debilidad de las extremidades”. Fue el alemĆ”n Adolf Kussmaul quien le otorgó el nombre definitivo en 1874.

Los primeros brotes notificados se registraron en Noruega en 1868 y en Suecia en 1881. A medida que la polio se propagaba, causando parÔlisis permanente y, en algunos casos, la muerte, la comunidad médica comenzó a inquietarse. En 1908, los austríacos Karl Landsteiner y Erwin Popper demostraron la naturaleza vírica de la enfermedad, arrojando luz sobre su causa. A partir de entonces, el misterio de la polio comenzó a desentrañarse, pero también surgieron temores.

Se descubrió que el poliovirus, responsable de la polio, se propaga por contacto directo entre personas, a través de secreciones respiratorias o heces. Ingresa al cuerpo a través de la boca o la nariz, multiplicÔndose en la garganta antes de ser absorbido por el sistema digestivo. Desde allí, se disemina a través del sistema linfÔtico y sanguíneo.

El brote de la enfermedad estaba desesperando a la población y a la comunidad cientĆ­fica, asĆ­ que desarrollar algo que pudiera detenerla era mĆ”xima prioridad…

La historia de la vacuna contra la polio involucra a dos destacados investigadores: Jonas Salk y Albert Sabin. Aunque los primeros intentos de crear una vacuna datan de la década de 1930, los resultados efectivos se lograron dos décadas después. Aunque las vacunas difieren en el tipo de virus utilizado y en la vía de administración.

Salk: Un Pilar Fundamental

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Jonas Salk, médico y virólogo estadounidense, desempeñó un papel crucial en la lucha contra la polio. Hasta 1955, la polio era una grave preocupación de salud pública en los Estados Unidos. El trabajo de Salk resultó fundamental al permitir la inmunización efectiva contra el virus.

Curiosamente, a pesar de su trascendental contribución, Salk optó por no patentar la vacuna contra la polio. Lo mismo hizo Albert Sabin, cuya vacuna oral fue innovadora en la inmunización infantil. Ambos científicos rechazaron la posibilidad de ganancias millonarias.

La vacuna de Sabin, administrada oralmente con virus atenuados, no solo protegía contra la polio sino que también evitaba que los vacunados fueran portadores del virus. En cambio, la vacuna de Salk, administrada por vía intramuscular con poliovirus inactivados, no prevenía la portación del virus.

Una filosofĆ­a admirable

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La renuncia de Jonas Salk a patentar la vacuna contra la polio se explica en parte por su filosofĆ­a. En una entrevista, respondió: “No hay patente. ĀæAcaso se puede patentar el sol?” Este enfoque contrasta con la postura posterior del Tribunal Supremo de EE. UU., que declaró patentables las creaciones humanas.

Se especula que la falta de legislación sobre patentes adecuada pudo influir en la decisión de Salk. A pesar de la Ley Bayh-Dole en la década de 1980, que facilitó la patentación, Salk no veía las patentes como algo positivo. Su filosofía se alinea mÔs con la ciencia abierta, que busca la cooperación y colaboración en la investigación.

Casi sesenta años después de la invención de la vacuna de Salk, la polio ha dejado de ser un problema médico a gran escala a nivel mundial. El trabajo de Salk y Sabin ha desempeñado un papel fundamental en este logro. Su legado destaca no solo por la ciencia, sino por una visión altruista que priorizaba el beneficio universal sobre las ganancias personales.

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