El Manuscrito de Voynich: el libro más misterioso del mundo que lleva casi seis siglos sin ser descifrado

El Manuscrito Voynich, el libro más misterioso del mundo que lleva casi seis siglos sin ser descifrado

Muchos especialistas de diversas ramas han estudiado el texto, incluyendo organizaciones como el  FBI o el servicio de inteligencia británico, pero nadie ha podido descifrar el “idioma” con el que fue escrito del Manuscrito de Voynich, el libro más misterioso del mundo y que ya cuenta con seis años como un enigma de la codicología

El misterio del Manuscrito de Voynich

El Manuscrito Voynich, el libro más misterioso del mundo que lleva casi seis siglos sin ser descifrado

Considerado como el libro más misterioso del mundo, el Manuscrito de Voynich cuenta con seis siglos como una de las mayores incógnitas de la historia. Cuenta con 200 páginas con ilustraciones y escritos que han sido estudiados por investigadores, doctores en idioma antiguo, criptógrafos, historiadores, servicios de inteligencia británicos y el FBI han intentado darle sentido a su contenido, sin éxito.

Data del siglo XV, su enigma comenzó en 1912, cuando se redescubrió por el comerciante de libros raros Wilfrid Voynich, a quien se le debe el nombre del libro. El hombre encontró el libro en una biblioteca jesuita ubicado en las afueras de Roma, así que lo compró para exhibir en su librería de Londres, cautivado por la extrañeza de la pieza.

Voynich se interesó en el ejemplar debido al extraño código o idioma desconocido en el que está escrito. Además, presentaba centenares de dibujos extraños que representaban, entre otras cosas, constelaciones imposibles, plantas que no se pudieron identificar con ninguna especie real, signos astrales, animales e inventos desconocidos. Su dueño estaba convencido de que el códice contenía conocimientos alquímicos que revolucionarían la humanidad.

El contenido del Manuscrito de Voynich no es el único enigma, sino también su apariencia lo es. Algunas de sus páginas son irregularmente grandes y se pueden plegar hasta dos o tres veces. De igual forma, se sospecha que faltan catorce folios.

Además de las ilustraciones desconcertantes, el manuscrito cuenta con 37.919 palabras con 25 letras o caracteres diferentes, también desconocidos. Se barajó la posibilidad de que se tratase de una lengua oriental, del sánscrito, del tamil e incluso, un lenguaje inventado, pero nadie ha logrado confirmarlo.

Características del libro

El Manuscrito Voynich, el libro más misterioso del mundo que lleva casi seis siglos sin ser descifrado

Sus hojas están numeradas y son hechas de vitela, una especie de pergamino delgado y durable realizado con piel de becerros nacidos muertos. Aunque los dígitos fueron colocados por uno de sus propietarios y no por su autor original. Gracias a una prueba de carbono 14 hecha en 2009 por un equipo de la Universidad de Arizona, se determinó que el volumen se creó entre 1404 y 1438.

El libro mide 22 centímetros de alto por 15 de ancho y tiene un grosor de 5 centímetros. El códice, además, presenta una portada hecha de piel de cabra, también colocada por alguno de sus dueños, entre el siglo XVIII y XIX. Por desgracia, la portada no posee título, autor o año de creación.

La Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale, lugar donde se encuentra actualmente el manuscrito de Voynich, lo presenta de la siguiente manera:

Descrito como un texto mágico o científico, casi todas las páginas contienen dibujos botánicos, figurativos y científicos de carácter provincial pero vivo, dibujados en tinta con aguadas vibrantes en varios tonos de verde, marrón, amarillo, azul y rojo”.

A partir de sus ilustraciones, la institución dividió el volumen en seis secciones:

Parte I: Sección Botánica: Cuenta con 113 dibujos de plantas, flores, hojas y bulbos no identificados, acompañados de textos detallados de cada ilustración.

Parte II. Sección Astronómica y Astrológica: 25 páginas con círculos radiantes, soles y lunas. También tiene símbolos del zodíaco y mujeres desnudas que emergen de tuberías o chimeneas, y figuras cortesanas.

Parte III.Sección Biológica: Una enorme cantidad de dibujos de desnudos femeninos en miniatura, la mayoría con vientres abultados y caderas opulentas, sumergidos o vadeando en fluidos e interactuando de forma extraña con capsulas y tubos que se interconectan.

Parte IV. No tiene sección definida: Se compone por una elaborada serie de dibujos de nueve medallones que se relacionan con la cosmología, plegados de estrellas que representan posibles formas geográficas.

Parte V. Sección Farmacéutica: Dibujos de carácter botánico con más de cien especies de hierbas y plantas medicinales que se muestran en frascos o vasijas en rojo, azul o verde. Cada ilustración se acompaña de un texto explicativo.

Parte VI. Texto Ininterrumpido: Páginas continuas de texto, que parecen ser ceretas con unas flores que tienen forma de estrella, marcando cada entrada en los márgenes.

Sus dueños pasados

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La historia de los diferentes dueños del manuscrito de Voynich también es un misterio, ya que tiene huecos temporales. El primer dato de su existencia se remonta a 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, muy interesado en ciencias ocultas, magia y rarezas de todo tipo, compró el códice por 600 ducados, una suma importante para la época.

Se cree que el vendedor fue el astrólogo, matemático y aficionado al ocultismo inglés, John Dee. Según su hijo, mientras estuvo en Bohemia, Dee tuvo un libro que no contenía nada más que jeroglíficos y al que le dedicó mucho tiempo, pero no pudo descifrarlo.

El matemático consideró al códice como un trabajo de Roger Bacon, filósofo y estudioso en los  campos de la alquimia, astrología y lenguas. Pero Roger vivió en el siglo XIII, mientras que el escrito se originó en el siglo XV.

Durante el siglo XVI y XVII, el libro se entregó a distintos eruditos que intentaron descifrarlo. Pretendiendo recrear su cronología, se cree que el emperador le habría dado el manuscrito al alquimista Jacobus Horcicky de Tepenecz, información basada en un manuscrito que es visible solo con luz ultravioleta en el primer folio del escrito, donde se lee su nombre.

El Manuscrito de Voynich también estuvo en manos del bibliotecario imperial Georg Barsche y el profesor de la Universidad de Praga, Johannes Marcus Marci. Uno de sus últimos dueños registrados fue el jesuita Athanasius Kircher, reconocido por intentar descifrar jeroglíficos del antiguo Egipto.

Finalmente, Voynich obtuvo el libro en 1912, aunque 7 años después pidió ayuda para descifrarlo al profesor de filosofía e historia medieval de la Universidad de Pensilvania, William Newbold, quien aseguró descubrir el código, aunque después atribuyó su autoría a Roger Bacon.

Después de la muerte de su esposo en 1930, Ethel Voynich vendió el libro al bibliólogo estadounidense Hans Peter Kraus, que tampoco logró revelar lo que dice, tampoco pudo revenderlo, así que lo donó a la Universidad de Yales en 1969. Actualmente, está en la biblioteca Beinecke, en el sector de “Libros raros y manuscritos”, y cualquiera puede verlo de forma virtual.

Los posibles descubrimientos sobre el manuscrito

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Varios especialistas analizaron el material a lo largo del siglo XX con la intención de obtener respuestas. Criptógrafos de la unidad militar de Estados Unidos, expertos en gliptografía y filósofos fueron algunos de los que intentaron darle fin al misterio, sin resultados.

Se usaron varios métodos para descifrarlo, como aplicar técnicas tradicionales, como sustituir una letra por otra o asignarles valor numérico. También se usaron tarjetas perforadas y programas de  computación para tratar de encontrar combinaciones posibles entre caracteres.

Al no obtener respuestas, se sugirió que fue escrito en un lenguaje desconocido, al que bautizaron “voynichés”. Así, la disposición del texto no sigue las normales de los idiomas conocidos ya que muchas palabras se repiten, siendo que en ocasiones están hasta tres veces en la misma línea y quince en la misma página, como “ollcet, ollcetcius, ollcetcius…”. Sumado a esto, no tiene signos de puntación, aunque ciertos párrafos están precedidos de estrellas y asteriscos.  

Sin embargo, si se respetan normas formales, como estar escrito de izquierda a derecha. Además, cumple con la llamada Ley de Zipf, que establece que “en las lenguas conocidas la longitud de las palabras inversamente proporcional al número de veces que aparecen”. Esto quiere decir que la palabra más común ocurre aproximadamente dos veces más que la segunda palabra más común y tres veces más que la tercera.

Esto contradice la teoría de que se trata de un texto en código. Según el análisis, también se escribió por una sola persona, la cual podría haber sido zurda, con trazo fluido y seguro, con letras homogéneas y muy regulares, sin errores.

Aunque, en 1976, el capitán del ejército estadounidense especializado en lenguas, Prescott Currier, demostró que el texto se puede dividir en dos partes diferentes, con distintas propiedades estadísticas, llamando a cada una “Lenguaje A” y “Lenguaje B”, no obstante señaló que no tenía pruebas de que se tratara de dos idiomas diferentes. Además, notó que hay dos trazos distintos en la primera parte del libro. Si bien Lisa Fagin Davis, historiadora medievalista, en 2022 identificó al menos cinco manos diferentes.

Las hipótesis sobre el contenido y su origen

Hay muchas teorías que intentan esclarecer el origen del Manuscrito de Voynich, entre las más conocidas, está las que mencionan que se trata de un cuaderno de botánica, un libro esotérico o relacionado con la alquimia. Incluso se ha dicho que podría ser un tratado de homeopatía, un catálogo de pócimas mágicas, un texto hermético o el diario de un habitante de otro planeta.

Entre los posibles orígenes del manuscrito, se mencionó a los cátaros; una adaptación de un texto ucraniano con letras latinas, que su autor podría ser Leonardo Da Vinci ya que aparece escrito por un zurdo y tiene elementos propios del Renacimiento italiano, o que lo escribió el arquitecto Filarete por su diseño de un edificio similar a la torre del castillo Sforzesco de Milán.

Aunque, algunos eruditos también sostienen que se trata de una obra falsa. Respecto a esto, se especuló que John Dee creó el manuscrito en 1580 junto a su socio, Edward Kelley, que ya había sido procesado en Inglaterra por falsificar documentos para engañar al emperador Rodolfo II.

El problema con esta hipótesis es que los estudios de carbono 14 revelaron que el libro es anterior a la época en la que se cree que Kelley lo falsificó.

Otra teoría popular fue la dicha por Gerard Cheshire, investigador británico asociado de la Universidad de Bristol. El académico publicó un artículo en la revista Romance Studies donde expuso que el texto es un “compendio de información sobre remedios a base de hierbas, baños terapéuticos y lecturas astrológicas”, que se centra en “la salud, física y mental de las mujeres, la reproducción y la crianza de los hijos”.

Según explica, el manuscrito no estaría escrito en código, sino que es un idioma y sistema de escritura comunes de la época. Sería el único texto proto-romano en sobrevivir hasta nuestros días.

Uno de los últimos avances en la investigación del Manuscrito de Voynich, fue el trabajo de Greg Kondrak, profesor de ciencias de la computación, y Bradley Hauer, un estudiante de postgrado, ambos de la Universidad de Alberta, Canadá. Gracias a la IA, descubrieron que es probable que la lengua usada sea hebreo.

Esta hipótesis también la planteó el egiptólogo alemán Rainer Hanning, del Museo Roemerund Palizaeus. Luego de tres años de análisis del material, al académico aseguró que el idioma base es hebreo, a raíz de una conexión que identificó entre ciertos caracteres del manuscrito y esa lengua. Así, según dice, tradujo las primeras palabras y algunas oraciones completas.

Sin embargo, aseguró que la traducción total del Manuscrito de Voynich requerirá años de trabajo, incluso el análisis lo hace un experto en hebreo familiarizado con el hebreo medieval y con la terminología de los textos médicos y vegetales.

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