
Se estima que en la actualidad existen aproximadamente 10 millones de especies en nuestro planeta. A pesar de siglos de investigación, diversos estudios indican que aún falta por descubrir un 86% de estas especies, lo que significa que menos del 15% de las formas de vida que habitan la Tierra están catalogadas. Lo que es aún más preocupante es que, al ritmo actual de descubrimientos, muchas de estas especies podrían extinguirse antes de que tengamos la oportunidad de documentarlas. Entre estas especies tan enigmáticas, destaca una medusa…
Una medusa misteriosa

La situación en los océanos no es muy diferente a la de la Tierra. Se estima que el número de especies marinas varía entre 150,000 y 10 millones, con un millón como la cifra más probable según el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM. Sin embargo, solo se conocen aproximadamente 250,000 de estas especies, lo que significa que alrededor del 70% de las especies marinas aún permanecen como un enigma.
Dentro de este grupo destaca una criatura en particular: un ser con más de una decena de tentáculos rayados que se arrastran detrás de un cuerpo translúcido adornado con anillos de diversos tamaños y un órgano rojo brillante en su interior, posiblemente su cavidad gastrovascular. Es un espectáculo verdaderamente fascinante que nos muestra la majestuosidad de la naturaleza.
Esta asombrosa criatura es una medusa, pero no una medusa común. Ha sido avistada en solo dos ocasiones en la historia conocida. El encuentro más reciente tuvo lugar cuando un buceador en 2022, en la costa de Queensland, Australia, capturó en video a una medusa gigante nadando junto a él. Describió el ejemplar como más grande que una pelota de fútbol y sorprendentemente rápida. Más tarde, biólogos confirmaron que se trataba de Chirodectes maculatus, una especie extremadamente rara que se encuentra en las aguas de Australia.
Vista por primera vez

Esta especie fue documentada por primera vez en 2005 por un equipo de científicos australianos liderados por el biólogo Paul Cornelius. Aunque habían capturado un espécimen en 1997 al que llamaron Chiropsalmus, solo realizaron observaciones externas, y no fue hasta un año después que la científica Lisa-Ann Gershwin lo incluyó en el género Chirodectes en un estudio posterior.
El Dr. Allen Collins, zoólogo del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian, explicó en un reportaje de Vice que, a pesar de algunas diferencias en el patrón de color en la “campana” de la medusa en comparación con las observaciones originales, es probable que sea un espécimen de una especie de Chirodectes estrechamente relacionada pero aún no descrita. Se sorprende de que una criatura tan grande y llamativa solo haya sido vista en dos ocasiones en la historia.
Hasta ahora, no se han registrado casos de picaduras de la medusa Chirodectes en humanos. Sin embargo, dado su tamaño considerable y la naturaleza venenosa de otros miembros del género Chirodectes, es posible que esta medusa sea venenosa. Es lamentable, ya que es un animal verdaderamente hermoso.