La misión Voyager 1 de la NASA, lanzada en 1977, ha logrado nuevamente sorprender al mundo al activar con éxito sus propulsores desde una distancia asombrosa de 24.630.000.000 kilómetros de la Tierra. A pesar de los desafíos técnicos y el desgaste natural de una nave que ha estado operativa durante más de 46 años, la Voyager 1 sigue enviando datos valiosos desde el espacio interestelar, más allá de la heliopausa, el límite del Sistema Solar.
Voyager 1: superando las limitaciones tecnológicas

Lo más sorprendente es que la Voyager 1 opera con solo 69,63 kilobytes de memoria y parte de su sistema corre en el antiguo lenguaje de programación Fortran 5. Para ponerlo en perspectiva, la potencia de cálculo de la nave es menor que la de un simple botón para abrir la puerta de un coche moderno, como mencionó Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager. A pesar de estas limitaciones, la nave continúa cumpliendo con su misión, explorando y enviando datos sobre el espacio entre las estrellas.
En los últimos años, la Voyager 1 ha enfrentado problemas técnicos significativos. Recientemente, la sonda comenzó a enviar patrones repetitivos de 1 y 0 debido a una memoria dañada, lo que fue solucionado con comandos enviados desde la Tierra. No obstante, uno de los desafíos más críticos ha sido mantener la orientación de la nave para garantizar la comunicación. Este control se logra mediante propulsores que corrigen su trayectoria y la mantienen apuntada hacia la Tierra.
El envejecimiento de los propulsores ha generado preocupaciones. Un tubo de combustible en los mismos se obstruyó con dióxido de silicio, un subproducto del desgaste natural del diafragma de goma del tanque de combustible, lo que redujo la eficiencia de los propulsores.
Con tres juegos de propulsores a bordo (dos para propulsión y uno para corrección de trayectoria), la NASA ha tenido que alternar entre ellos para mantener operativa la sonda. En 2018, tras detectar obstrucciones en los propulsores principales, la agencia cambió a los propulsores de corrección de trayectoria, los cuales también comenzaron a fallar.
Una maniobra crítica en los confines del espacio
Para enfrentar el problema de los propulsores, la NASA tomó la decisión de reactivar uno de los menos obstruidos. Esta operación no fue sencilla debido al limitado suministro de energía, generado por un sistema alimentado con plutonio que también está llegando al final de su vida útil.
Para calentar los propulsores antes de activarlos, el equipo tuvo que apagar uno de los calentadores principales, ya que encender los propulsores fríos podría dañarlos irreparablemente. Finalmente, el 27 de agosto, tras un calentamiento de una hora, la NASA logró encender el propulsor con éxito, permitiendo a la Voyager 1 continuar apuntando hacia la Tierra.
Aunque esta operación fue un éxito, la misión de la Voyager 1 se encuentra en su fase final. Con el tiempo, el suministro de energía disminuirá aún más, lo que eventualmente dejará a la nave flotando sin rumbo en el espacio interestelar. A pesar de ello, el legado de la Voyager 1 como la nave más distante de la Tierra, explorando más allá de los límites del Sistema Solar, continuará inspirando a futuras generaciones y recordándonos la importancia de la exploración espacial y la resistencia de la tecnología humana.
Esta misión no solo representa un hito en la exploración espacial, sino también un testimonio del ingenio y la perseverancia en la resolución de problemas complejos a distancias inimaginables. Con cada ajuste y cada pequeño impulso, la Voyager 1 sigue abriendo camino en las fronteras más remotas del universo conocido.
Referencia:
- NASA/Voyager 1 Team Accomplishes Tricky Thruster Swap. Link.