Durante años, se ha considerado que las plantas poseen una red de comunicación subterránea basada en hongos micorrízicos, un sistema que parecía ser un modelo de cooperación y apoyo mutuo. Sin embargo, nuevas investigaciones de la Universidad de Oxford y la Vrije Universiteit Amsterdam sugieren que esta interacción podría no ser tan altruista como se creía. En lugar de ayudarse entre sí, algunas plantas podrían estar utilizando esta red para sabotear a sus competidoras, revelando un lado más oscuro de la comunicación vegetal.
La red subterránea: Más que una simple cooperación

El concepto de una “red de la madera”, donde las plantas intercambian información a través de hongos micorrízicos, revolucionó la ecología en los años 90. Suzanne Simard y su equipo demostraron que las plantas pueden advertirse mutuamente sobre peligros inminentes, como ataques de insectos. Un ejemplo clásico es el del tomate: cuando una de sus hojas es atacada por orugas, las plantas conectadas a través de esta red aumentan su producción de enzimas defensivas, preparándose para la amenaza.
Esta idea llevó a una visión casi utópica de la cooperación vegetal, donde las plantas se ayudaban entre sí para sobrevivir. Sin embargo, un nuevo estudio liderado por biólogos de la Universidad de Oxford y la Vrije Universiteit Amsterdam cuestiona esta interpretación. Según los investigadores, no hay evidencia de que emitan señales de advertencia de manera intencionada. Más bien, podrían estar espiándose unas a otras, aprovechando la información sin que exista un verdadero altruismo.
El problema es que, evolutivamente hablando, el altruismo en las plantas no tiene mucho sentido. Si una planta advierte a sus vecinas de un peligro, les da una ventaja competitiva sin recibir nada a cambio. Desde el punto de vista de la selección natural, esto sería una desventaja. En lugar de ayudar a otras plantas, la evolución debería favorecer comportamientos más egoístas o incluso engañosos.
¿Desinformación en el mundo vegetal?

Los modelos matemáticos utilizados en la investigación sugieren que, en lugar de compartir información para el bien común, algunas plantas podrían estar enviando señales falsas. Este fenómeno, conocido como “señalización deshonesta”, implica que una planta puede fingir un ataque de herbívoros aunque no haya peligro real. Esto obligaría a sus vecinas a activar costosos mecanismos de defensa, desperdiciando recursos y debilitándose en la competencia por nutrientes y luz solar.
Otro escenario posible es que las plantas supriman activamente sus propias señales de advertencia para evitar beneficiar a sus competidoras. En un entorno donde los recursos son limitados, la evolución podría favorecer a aquellas plantas que oculten información clave y se enfoquen en su propia supervivencia.
Si esta hipótesis es correcta, la red subterránea de hongos no sería un sistema de cooperación, sino un campo de batalla donde cada planta busca obtener ventaja sobre las demás. El problema es que, si la desinformación se vuelve demasiado frecuente, las plantas podrían dejar de confiar en las señales que reciben, reduciendo la efectividad de la red por completo.
Los investigadores también plantean la posibilidad de que no sean las plantas, sino los propios hongos micorrízicos quienes manipulen la información. Como intermediarios en la comunicación, los hongos tienen interés en mantener vivas a la mayor cantidad de plantas posible, ya que dependen de ellas para obtener nutrientes. Si esto es cierto, los hongos podrían estar distorsionando los mensajes para maximizar su propio beneficio, manipulando a las plantas de manera similar a como los algoritmos de Internet priorizan cierta información.
Un internet vegetal con sus propias Fake News

La idea de que la comunicación entre plantas pueda ser manipulada tiene sorprendentes similitudes con el funcionamiento de Internet. Así como la red digital está plagada de desinformación, intereses ocultos y estrategias de manipulación, la red subterránea de plantas podría estar operando de manera similar. La información que circula en esta red no siempre es honesta ni precisa, y los participantes no están necesariamente colaborando entre sí, sino compitiendo por sobrevivir.
A pesar de estas nuevas perspectivas, el estudio no descarta que en algunos casos la señalización honesta todavía tenga un papel importante. Hay situaciones en las que una planta no puede evitar emitir señales químicas, simplemente porque es demasiado costoso suprimirlas. Además, aunque algunas señales sean engañosas, la red sigue funcionando como un medio de intercambio de información que puede ser aprovechado tanto por plantas como por hongos.
Este descubrimiento abre nuevas preguntas sobre cómo las plantas interactúan con su entorno y cómo la evolución ha moldeado sus estrategias de supervivencia. Si la comunicación entre plantas está llena de engaños y estrategias competitivas, esto podría cambiar la forma en que entendemos los ecosistemas y la dinámica de las comunidades vegetales.
La visión romántica de la cooperación entre plantas podría estar equivocada. Más que una comunidad armoniosa, la red subterránea de hongos parece ser un campo de batalla donde cada planta busca su propio beneficio. Ya sea a través de señales falsas o estrategias de ocultamiento, la naturaleza demuestra que incluso en el mundo vegetal, la información puede ser una herramienta de manipulación y competencia.
Referencia:
- PNAS/The evolution of signaling and monitoring in plant–fungal networks. Link.