
Nacida en París el 1 de abril de 1776, hija de un padre comerciante que fue elegido representante de los Estados Generales en la Asamblea Constituyente en 1789, lo que permitió a Sophie Germain escuchar sus primeras conversaciones sobre filosofía y política. Curiosamente, esto la llevaría a querer estudiar y superarse, llevándola a ser una de las mentes más brillantes de la historia.
Sophie Germain y una mente metamática

Cuando estalló la revolución en 1789, Sophie Germain estuvo un tiempo confinada en casa para protegerse el caos. Entonces se dedicó a devorar la biblioteca de su padre, quedando fascinada por la muerte de Arquímedes en uno de los libros de historia de las matemáticas que encontró.
Finalmente decidió dedicar todos sus esfuerzos a las matemáticas, llegando a aprender latín y griego para poder leer las obras de Isaac Newton y Leonhard Euler. Sus padres no aprobaron su entusiasmo y llegaron a prohibirle encender una estufa para calentar su cuarto o que usara ropas de abrigo para evitar que siguiera leyendo. Nada funcionó y su voluntad no se quebró, así que a la luz de las velas, Sophie siguió estudiando.
Al cumplir los 18 años, en 1794, abrió sus puertas la Escuela Politécnica de París y, aunque no admitían mujeres, si podían seguir los cursos por las notas de clase y así Sophie Germain se inscribió con un nombre falso de hombre, Antoine-August Le Blanc. Los alumnos también podían enviar observaciones a sus profesores, así Joseph Louis Lagrange no tardó en recibir comentarios de Monsieur Le Blanc. Al darse cuenta de su valía, le pidió reunirse, fue ahí donde descubrió su identidad, aunque Lagrange continuó apoyándola.
Sophie se mantuvo en contacto con matemáticos de mucho renombre, como Legendre y Gauss. Con Carl Friedrich Gauss entabló una comunicación regular, con resultados interesantes sobre teoría de números, usando el seudónimo M. LeBlanc. Su inquietud en las cartas era el Teorema de Fermat, publicando posteriormente un resultado en un caso particular que llegó a ser conocido como Teorema de Germain.
Su educación

La primera carta que intercambiaron tiene fecha de 1804, y las cartas enviadas entre ellos duraron hasta 1809, aunque los envíos se reanudaron en 1815. Gauss contestaba con retraso y en muchos casos, no lo hacía. Un episodio de la invasión napoleónica de 1807 fue la causa de que Sophie Germain le revelara su identidad. Gauss respondió de la siguiente manera:
“Pero cómo describir mi admiración y asombro al ver que mi estimado corresponsal Sr. Le Blanc se metamorfosea […] cuando una persona del sexo que, según nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar muchísimas más dificultades que los hombres para familiarizarse con estos espinosos estudios, y sin embargo tiene éxito al sortear los obstáculos y penetrar en las zonas más oscuras de ellos, entonces sin duda esa persona debe tener el valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior.”
Su segundo resultado importante en teoría de números, fue demostrar que para todo número primo n menor que 100 no existe solución a la ecuación de Fermat, cuando los números x, y, z no son divisibles por n, aunque de hecho, la demostración valía para primos menores que 197. Más tarde, L. E. Dickson usó el Teorema de Germain para elevar la cota a 1700.
Destacando ante la adversidad

Sophie Germain, además de destacar en la teoría de números, desarrolló uno de los primeros trabajos en teoría de la elasticidad. Un concurso propuesto en La Academia de las Ciencias de París, concedía el “Prix Extraordinarie” a quien resolviera un problema propuesto sobre el efecto de las vibraciones de una superficie elástica y permitiera comparar los resultados teóricos con los experimentos. Problema que venía de los experimentos de Enrst Florens Friedrich Chladni sobre placas metálicas vibrantes.
Así, Sophie presentó hasta tres manuscritos para que le pudieran dar el premio, aunque con ciertas reservas. Quizás esa es la razón del por qué no lo recogió, sintiéndose desprestigiada por sus colegas.
En este trabajo, Germain propuso las ecuaciones diferenciales de superficies vibrantes. Las dos primeras entregas fueron inconclusas, hasta que la tercera fue premiada, bajo supervisión del análisis matemático de Lagrange. El postulado principal de dicho trabajo fue:
“En un punto de la superficie la fuerza de elasticidad es proporcional a la suma de las curvaturas principales de la superficie en dicho punto”.
Esto llevó a Sophie a la formulación de una ecuación en derivadas parciales de sexto orden, cuyas soluciones se daban en forma de series trigonométricas. Poisson, con el que consultó varias veces, publicó su propio trabajo sobre elasticidad sin agradecerle.
En 1829, Sophie Germain fue diagnosticada con cáncer de mama, aun así siguió trabajando hasta su fallecimiento, el 27 de junio de 1831, en París.
Víctima de su sexo, con un acceso restringido a la ciencia, no tuvo la oportunidad de acceder a una educación más formal en matemáticas, ni de publicar sus resultados a tiempo, antes de que muchos otros lo hicieran, usando en muchos casos, sus ideas.
Aun así, Sophie Germain fue una mujer que no solo destacó en las matemáticas, también contribuyó con obras filosóficas que fueron acogidas por filósofos como Auguste Comte. Pero, todos sus tratados no fueron aceptados siempre por el mismo problema: ser mujer.
Hoy, Sophie Germain es considerada una de las mentes matemáticas más grandes de la historia.