El Telescopio Espacial James Webb (JWST) ha logrado un descubrimiento sin precedentes: la observación en tiempo real de dos exoplanetas desintegrándose mientras sus capas externas se evaporan en el espacio. Este hallazgo, calificado como “absolutamente cataclísmico” por los astrónomos, proporciona una visión única del interior de los planetas más allá de nuestro sistema solar. Además, revela detalles sorprendentes sobre la evolución planetaria en condiciones extremas, arrojando luz sobre la dinámica de estos mundos condenados a la desaparición.
K2-22b: Uno de los exoplanetas captados por el James Webb

Uno de los exoplanetas en proceso de evaporación es K2-22b, un mundo rocoso del tamaño de Neptuno que orbita a su estrella en apenas nueve horas. Su cercanía extrema a la estrella anfitriona hace que su temperatura supere los 1.826°C (3.320°F), suficiente para derretir y vaporizar la roca de su superficie.
Las observaciones del James Webb revelaron que los restos de K2-22b se han convertido en una especie de cola de escombros similar a la de un cometa, compuesta por material planetario que se desprende y es arrastrado por la radiación estelar. Según el astrónomo Jason Wright, de la Universidad Estatal de Pensilvania, este fenómeno brinda una “oportunidad única” para estudiar la composición de los planetas terrestres, ya que permite analizar directamente los elementos que alguna vez formaron su núcleo y manto.
Otro hallazgo sorprendente fue la presencia de gases como dióxido de carbono y óxido nítrico, que usualmente se encuentran en cuerpos helados en lugar de en planetas rocosos expuestos a temperaturas extremas. Esta anomalía llevó a los científicos a teorizar que K2-22b pudo haberse formado en una región más alejada de su estrella y migrado posteriormente hacia su órbita actual debido a interacciones gravitacionales con otra estrella cercana.
BD+054868Ab: Un mundo con dos colas de material planetario

El segundo exoplaneta en desintegración es BD+054868Ab, detectado por el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS). Se trata del exoplaneta evaporado más cercano a la Tierra jamás observado.
BD+054868Ab presenta una estructura aún más impactante que K2-22b: dos colas gigantes de material expulsado. La primera, situada delante de su órbita, está compuesta por partículas del tamaño de granos de arena, mientras que la segunda, ubicada detrás, contiene granos más pequeños similares al hollín. En conjunto, estas colas se extienden por 9 millones de kilómetros, ocupando casi la mitad de la órbita del planeta.
Según el astrónomo Marc Hon, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), este planeta está perdiendo el equivalente a una luna entera cada millón de años, y su destrucción total ocurrirá en uno o dos millones de años. En términos astronómicos, este es un período extremadamente corto, lo que resalta lo excepcional de poder presenciar este proceso en tiempo real.
Un fenómeno raro y una ventana al pasado de los planetas

Los astrónomos han catalogado más de 5.000 exoplanetas hasta la fecha, pero pocos han mostrado signos de desintegración activa. La detección de estos dos mundos ofrece una oportunidad sin precedentes para analizar la composición de los exoplanetas y comprender cómo evolucionan en entornos extremos.
Utilizando los datos espectrales obtenidos por el James Webb y TESS, los investigadores pueden hacer una ingeniería inversa del pasado de estos planetas y determinar su estructura original. Esto abre la puerta a nuevas hipótesis sobre cómo se forman y migran los exoplanetas, además de proporcionar pistas sobre el destino final de los planetas que orbitan cerca de sus estrellas.
El descubrimiento del Telescopio Espacial James Webb de estos exoplanetas en proceso de desintegración representa un avance significativo en la astronomía, ya que permite estudiar de manera directa la composición y evolución de los mundos más allá del sistema solar. Mientras que K2-22b revela indicios de un pasado migratorio inesperado, BD+054868Ab ejemplifica la velocidad con la que un planeta puede desaparecer en condiciones extremas.
En palabras de Marc Hon, investigador postdoctoral del MIT, “tenemos una suerte increíble de estar presenciando las últimas horas de estos planetas moribundos”. Estos hallazgos, aún en proceso de revisión científica, podrían cambiar nuestra comprensión de la evolución planetaria y de los factores que determinan la longevidad de los exoplanetas en sistemas solares distantes.
Referencia:
- arXiv/A Disintegrating Rocky Planet with Prominent Comet-like Tails Around a Bright Star. Link.